lunes, 25 de junio de 2012

Antiparras artesanales


Me gusta andar en moto.
Los que me conocen saben que también me gusta hacerme las cosas dependiendo lo menos posible de lo comercial.
Así es que se me ocurrió hacerme unas antiparras con un aire a los usados por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Usé cuero, el cristal de unos viejos antiparras de seguridad industrial, unos herrajes de una malla de reloj en desuso y un elástico.



VIKINGO

Daga y Hacha

Este no es un trabajo del cual no estoy muy orgulloso. Pero como es uno de los primeros, todavía me aguanto la desproporcionada empuñadura que le hice con escamas de cuero recortadas una por una.
El pomo es un rulemán.

Esta hacha vikinga me la regaló sin terminar un amigo y una vez finalizada con los cortes en metal necesarios y un cabo apropiado  adorna mi pared hace ya unos años. Pero a no descuidarse que es perfectamente operativa y si me hacen enojar la descuelgo.
 

VIKINGO

sábado, 16 de junio de 2012

Hebilla de acero artesanal


Las hebillas de los cinturones ultimamente me parecen bastante llenas de mariconadas. Quería tener una hebilla bien pesada, bruta y machasa. Encontré por ahí una planchuela como la que se ve mas arriba de la hebilla terminada y le practiqué el calado con ayuda de la perforadora. Luego limé como un condenado para emparejar el corte y con un buen mazazo le di la curva deseada.
Este es el resultado y pretendo remolcar una motocicleta en caso de necesidad con la ayuda de mi cinturón. Se romperá el cuero, pero la hebilla es a prueba de todo. El pestillo se lo hice con un clavo de acero aplanado a golpes.






Si se me caen los pantalones será por el peso de mi hebilla loca

VIKINGO





jueves, 31 de mayo de 2012

Trípode plegable para poner al fuego la pava o la olla



Este trípode lo vi en la red y decidí copiarlo. Me ayudaron alumnos de la E.E.S.T.Nº3 y la verdad que es muy práctico para campamentos estables.Y acá mi hijo haciendo el matecocido en una lata de conservas y un trípode de cañas



Y acá mi hijo haciendo el matecocido en una lata de conservas y un trípode de cañas



No solo se puede hacer pollo al disco... acá unos bifes y luego con la tapa puesta pan casero con apio, queso Rokefort, aceitunas y nueces.
Esto último a cargo de mi esposa.

Focacha le llama ella

Mas detalles del artefacto:





VIKINGO


viernes, 18 de mayo de 2012

Morral artesanal


Este morral lo confeccioné con cuero para la bolsa y la correa y utilicé  suela gruesa para hacer las dos hebillas las dos hebillas.
En él caben algunos artículos survivaleros para salir al campo y a diario la netbook para andar por la urbe.
Está totalmente pegado y cosido a mano.












VIKINGO

miércoles, 16 de mayo de 2012

Mis 40 Pirulos


En esta ruta que andamos y llamamos vida, llena de curvas, subidas y bajadas…
He tenido oportunidad de transitarla dichosamente.
Todos suponemos que los 40 es un momento de crisis o de sopesar y balancear que ha hecho uno en esta ruta y en tantos kilómetros.
En mi caso fue y sigue siendo un constante aprendizaje que debo agradecer principalmente a esos compañeros de ruta.
Algunos de toda la vida y otros hace apenas unos kilómetros, pero todos dejan en mi ser, plasmada una indeleble marca de una manera u otra.
Nadie nace esposo.
Nadie nace padre.
Nadie nace amigo.
Me tomó 40 años recorrer intrincados caminos con viento, lluvia, granizo, sol, luna, frío, calor … para llegar a ser : Un poquito del esposo que debería… Un poquito del padre que debería… Y un poquito del amigo que debería…
Sigo aprendiendo y cada día estoy y mas agradecido a esta VIDA/ RUTA que me eligió a mí y no al revés.
Cumplir cuarenta es empezar a tener que elegir más que antes. Donde uno tiene que mostrar quién es y dejarse de joder. Elegir a quién quiere y para qué. Elegir a qué va a dedicar sus talentos. Elegir qué cosas vas a intentar hacer y cuales vas a tolerar dejar en el camino.
Cumplir cuarenta es encontrarle la punta al ovillo, desenmarañar el caos, entender qué figura se estuvo armando en tantos frentes dispersos, dar un paso integrador fundamental, que aporta velocidad, ligereza, alivio, felicidad.
Si, es verdad que el tiempo deja su huella…
Los kilos se acumulan en la barriga…
Las arrugas en los ojos…
Cuesta mucho mas recuperarse si jugás a la pelota con tus hijos…
Las chicas guapas te tratan de usted…
Y todas esas facturas ineludibles que nos trae el tiempo.
Pero que quieren que les diga…
Hoy para mí, cumplir años es estar curtido como un animal salvaje que vivió lo suficiente como para demostrar que no fue un accidente de la naturaleza sino un logro.
Cumplir cuarenta gente querida, se siente de maravilla!!!
Gracias Familia.
Gracias Amigos.
                        VIKINGO

De perros, motos y café


La moto es uno de los medios de transporte a motor más antiguos que existen desde que se inventó el motor de combustión interna, tal como lo conocemos hoy en día. Y no se necesitó de mucha tecnología para que las bicicletas del siglo XIX pasaran a tener motores que evitaran “pedalear”... Pero con el transcurso del tiempo, su rol cambió.

Desde comienzos del siglo XX, la moto comenzó a convertirse en una forma alternativa de disfrutar la vida. Los primeros “viajeros” no contaron con la comodidad de las motos de hoy, pero todos, desde el comienzo, salieron a la ruta con el único fin de “oler el viento”.

Quienes nunca tuvieron una moto suelen mirarnos a los motociclistas como quien mira a un “demente”. Las preguntas sobre lo “peligroso que es andar en moto y porqué lo hacemos” son moneda frecuente. Pero como todo en la vida, eso tiene otra visión: para todo motociclista, la moto es una pasión… y esa pasión se refleja en todo… hasta en una mesa de café.

Por lo general, un motociclista es una persona extremadamente “apasionada” a la hora de hablar de su moto. Si no has tenido nunca una, te recomiendo no te sientes en una mesa rodeada de motociclistas porque tu tranquilidad mental correrá serio peligro al escuchar largas conversaciones sobre motores, suspensiones, viajes, rutas y otras cosas similares, que solo pueden ser interrumpidas por quien posea un motor más potente o haya hecho un viaje más largo. 

Seamos realistas, cuando nos juntamos a “hablar de motos”, somos insoportables para los demás mortales.
Pero lamentablemente para todos, cada día somos más difíciles de identificar en forma preventiva, y ello hace que la “profilaxis anti-monólogos”, sea difícil hoy en día.

Antes, la cosa era más fácil. Pelo y barba largos, campera de cuero, un jean muy roto y lleno de grasa… ¡y ya está!, cualquiera podía identificar perfectamente a un motociclista y evitar su tediosa charla sobre “la importancia del cable del acelerador”. Pero ahora la cosa ha cambiado mucho... 
Hoy en día, un motociclista se encuentra bajo un camouflage que, en muchos casos, lo hace difícil de identificar. Y una vez en la mesa, deberás escuchar largos relatos sobre un viaje “por la ruta cuarenta” mientras te preguntas “¿dónde queda esa ruta?”.

¿Y porqué ocurre esto? Sencillamente, porque el Motociclista de la actualidad no responde a ese patrón físico que nos llegó de la mano de Hollywood. El “Motero”, Motoquero, o como te guste llamarnos, es una persona (hombre o mujer) que ha elegido a la moto como un medio de vida. Sí, leíste bien, dice “medio de vida” y no “de transporte”. El motociclista actual, en la semana, es un profesional, empresario, estudiante o un empleado común y corriente, que los fines de semana disfruta de algo que ningún automovilista disfrutó nunca: El viento en la cara.


Las motos han cambiado. Ya no son las “regadoras de aceite” de fines de la Segunda Guerra Mundial. Una moto actual es una pieza de muy alta tecnología diseñada específicamente para entregar el 100% de satisfacción a su propietario. Y esos “propietarios” las adoran mucho más que… este... bueno… Seamos francos, las adoramos “demasiado” en algunos casos.

Hay una vieja frase que dice que los únicos que comprenden a los motociclistas son los perros que alguna vez han sacado la cabeza por la ventanilla del auto. ¿Nunca los viste?, ¿viste la cara de felicidad de un perro cuando hace eso? Pues tiene la cara al viento como un motociclista… y eso no se le puede contar a alguien, solo puede ser vivido para comprenderlo.

Pero volviendo al tema de “Cómo protegerse de un motociclista en la mesa”, te cuento que debido a que el “motero” actual es médico, ingeniero o de la profesión que se te ocurra (debo confesarlo: hay abogados también), esa persona, en la semana, se disfraza de “normal” para cumplir su trabajo. Pero por debajo de la piel de esa “persona normal”, una enfermedad incontrolable se mantiene latente. Una especie de fiebre comienza a apoderarse de él el día jueves… Y cuando llega el viernes comienza a despojarse de sus tareas habituales y a pensar solamente “en eso”…

Si piensas que “la moto” es una adicción o una enfermedad… Bueno, nadie dijo que no lo fuera… Pero, seguramente, es incurable.

Y llega el sábado… y con él, la oportunidad para salir a “pasear un rato”. ¡Y cualquier excusa es buena! Desde la muy utilizada “encontré una parrillita nueva en el kilómetro 94 y medio de la ruta 3580”, hasta la de “el sábado es para salir con los amigos, el domingo para la familia”.

Pero ambas son mentira. Son crueles mentiras inventadas por nosotros, los motociclistas, para poder estar “con ella”. Para poder salir a la ruta con nuestros cascos bajo el sol, disfrutando en pareja con ella… mmm… ¡atención esposas!

He visto motociclistas que han viajado medio planeta para poder recorrer la Ruta Nacional
40 de Argentina. Motociclistas que han salido desde Buenos Aires y han ido “a dar una vuelta” hasta Canadá… o los que se van “hasta Ushuaia” o a Machu Picchu. 
Y no son pocos. Son muchos más de los que puedes imaginar, porque la moto te invita a viajar, a conocer nuevos lugares… a sentirte libre.

Te asombraría saber que en Argentina tal vez la vertiente de turismo interior más fuerte sea el moto-turismo. 
Todos los fines de semana, cerca de un cuarto de millón de “moteros” viajan a algún lado “a pasear un poco”. Y en el verano, los viajes se multiplican. 
Pero siempre, el motivo es el mismo: salir a disfrutar de la ruta y el paisaje con el viento en la cara.

Incluso te asombraría saber cuan distinto se ve nuestro hermoso país desde una moto, si lo comparamos con un auto. Pero eso puede ser tema para otro día…

Hoy el tema es contarte porqué no es lo mismo “la moto” que un buen auto o una 4x4… Que conozcas un poco a estos “locos” que viajamos disfrutando del sol y aceptando la lluvia, sólo por el placer de estar en la ruta… De viajar sobre nuestra moto oliendo el viento.

Y la próxima vez que vayas en tu auto y cruces a un solitario viajero o a un grupo de ellos… no los mires como a locos. No pienses que son “peligrosos vagabundos sin trabajo” que han salido a hacer de las suyas… Recuerda a tu perro (o alguno que hayas visto) cuando saca la cabeza por la ventanilla. Recuerda que seguramente habrás comentado para ti mismo “qué cara de felicidad la de ese perro” o le habrás dicho a quien estaba contigo “¡mirá el perro, qué feliz que es sacando la cabeza!”… Y comprenderás porqué amamos a nuestras motos.

Porque son lo que nos permite ser felices disfrutando de la ruta. No importa cual. Lo importante es la ruta y la libertad, porque son el medio para lograr la felicidad…Y no importa el sexo ni la condición social. El viento nos da en la cara a todos por igual (como a los perros).

Pero te recomiendo que evites las mesas de café. Pues, aparte de incurable, es muy contagioso.

Escrito originalmente por Mateo en la revista Biker Zone en su columna La Esquina del Viento.

VIKINGO