LAS ANDANZAS DE VIKINGO: enero 2018

lunes, 8 de enero de 2018

Tras las huellas de un cazador

Yo no soy cazador. Decidí seguir los pasos de un amigo que sabe más que yo al respecto.

Caminamos horas sin ver una señal. Hace dos años un coto de caza se incendió hasta los palos del alambrado y los ciervos que escaparon se reprodujeron libres y gordos en el campo de un amigo y aledaños.

La primera vez que los vi estaban a más de 800 mts y arriba de nuestra posición. Si bien mi amigo es hábil tirador y le pega a todo a 600, lo accidentado del terreno dificulta buscar la presa. Así que fueron horas de acecho donde quebrás una rama y los maestros de la cautela dejan de comer para ver hacia donde estamos duros como piedras. Horas ellos bajando y nosotros moviéndonos solo cuando el viento soplaba en contra y ellos comen. Los perdimos varias veces hasta que logramos tenerlos a menos de 80 metros. Así y todo había una quebrada en medio que hubo que bajar y trepar hasta el animal. Terreno inclinado para cuerearlo. Muy difícil. 100 kilos, 70 limpio. Las dos mochilas a tope y una pata cada uno en la mano. Sedientos y temblorosos por el esfuerzo. Recién a las 21:30 llegamos a la cabaña donde dejamos la chata. Hechos polvo pues fueron varias quebradas las que hubo que sortear. Estoy viejo y sin meñiscos más un injerto de ligamentos cruzados y fumo demás.

No me enorgullece quitar vida pero me reconforta saber que es bien aprovechada y no impacta drásticamente en una población que va en constante aumento.

Porsupuesto que hay más fotos pero quiero tener un poco de respeto por ese animal que nos alimentó. No es un trofeo a mi ego y si parte de lo que considero debo aprender como hombre que sabe muchas técnicas de bushcraft y le falta aprender otras.

Uno no puede quedarse sólo con el manual. Ciertas cosas hay que experimentarlas así como el fuego por fricción aunque sea más práctico un encendedor. Esto es lo mismo así que agradezco a mi amigo que me enseñó a rastrear y acechar de una manera eficaz así como tener paciencia y perseverancia aunque esté en una posición con diez espinas clavadas, al sol ardiente y ya sin agua.

La primera foto la saqué con zoom al máximo. La segunda es ampliación de la primera y retocada en los colores para que se note. El cuerpo tiembla, el agua de mi cantimplora escasea y salió de un arroyo lleno de bosta de animales. Sabe a Dioses! Aquí todo pincha, corta y muerde pero uno se siente vivo.