jueves, 31 de mayo de 2012

Trípode plegable para poner al fuego la pava o la olla



Este trípode lo vi en la red y decidí copiarlo. Me ayudaron alumnos de la E.E.S.T.Nº3 y la verdad que es muy práctico para campamentos estables.Y acá mi hijo haciendo el matecocido en una lata de conservas y un trípode de cañas



Y acá mi hijo haciendo el matecocido en una lata de conservas y un trípode de cañas



No solo se puede hacer pollo al disco... acá unos bifes y luego con la tapa puesta pan casero con apio, queso Rokefort, aceitunas y nueces.
Esto último a cargo de mi esposa.

Focacha le llama ella

Mas detalles del artefacto:





VIKINGO


viernes, 18 de mayo de 2012

Morral artesanal


Este morral lo confeccioné con cuero para la bolsa y la correa y utilicé  suela gruesa para hacer las dos hebillas las dos hebillas.
En él caben algunos artículos survivaleros para salir al campo y a diario la netbook para andar por la urbe.
Está totalmente pegado y cosido a mano.












VIKINGO

miércoles, 16 de mayo de 2012

Mis 40 Pirulos


En esta ruta que andamos y llamamos vida, llena de curvas, subidas y bajadas…
He tenido oportunidad de transitarla dichosamente.
Todos suponemos que los 40 es un momento de crisis o de sopesar y balancear que ha hecho uno en esta ruta y en tantos kilómetros.
En mi caso fue y sigue siendo un constante aprendizaje que debo agradecer principalmente a esos compañeros de ruta.
Algunos de toda la vida y otros hace apenas unos kilómetros, pero todos dejan en mi ser, plasmada una indeleble marca de una manera u otra.
Nadie nace esposo.
Nadie nace padre.
Nadie nace amigo.
Me tomó 40 años recorrer intrincados caminos con viento, lluvia, granizo, sol, luna, frío, calor … para llegar a ser : Un poquito del esposo que debería… Un poquito del padre que debería… Y un poquito del amigo que debería…
Sigo aprendiendo y cada día estoy y mas agradecido a esta VIDA/ RUTA que me eligió a mí y no al revés.
Cumplir cuarenta es empezar a tener que elegir más que antes. Donde uno tiene que mostrar quién es y dejarse de joder. Elegir a quién quiere y para qué. Elegir a qué va a dedicar sus talentos. Elegir qué cosas vas a intentar hacer y cuales vas a tolerar dejar en el camino.
Cumplir cuarenta es encontrarle la punta al ovillo, desenmarañar el caos, entender qué figura se estuvo armando en tantos frentes dispersos, dar un paso integrador fundamental, que aporta velocidad, ligereza, alivio, felicidad.
Si, es verdad que el tiempo deja su huella…
Los kilos se acumulan en la barriga…
Las arrugas en los ojos…
Cuesta mucho mas recuperarse si jugás a la pelota con tus hijos…
Las chicas guapas te tratan de usted…
Y todas esas facturas ineludibles que nos trae el tiempo.
Pero que quieren que les diga…
Hoy para mí, cumplir años es estar curtido como un animal salvaje que vivió lo suficiente como para demostrar que no fue un accidente de la naturaleza sino un logro.
Cumplir cuarenta gente querida, se siente de maravilla!!!
Gracias Familia.
Gracias Amigos.
                        VIKINGO

De perros, motos y café


La moto es uno de los medios de transporte a motor más antiguos que existen desde que se inventó el motor de combustión interna, tal como lo conocemos hoy en día. Y no se necesitó de mucha tecnología para que las bicicletas del siglo XIX pasaran a tener motores que evitaran “pedalear”... Pero con el transcurso del tiempo, su rol cambió.

Desde comienzos del siglo XX, la moto comenzó a convertirse en una forma alternativa de disfrutar la vida. Los primeros “viajeros” no contaron con la comodidad de las motos de hoy, pero todos, desde el comienzo, salieron a la ruta con el único fin de “oler el viento”.

Quienes nunca tuvieron una moto suelen mirarnos a los motociclistas como quien mira a un “demente”. Las preguntas sobre lo “peligroso que es andar en moto y porqué lo hacemos” son moneda frecuente. Pero como todo en la vida, eso tiene otra visión: para todo motociclista, la moto es una pasión… y esa pasión se refleja en todo… hasta en una mesa de café.

Por lo general, un motociclista es una persona extremadamente “apasionada” a la hora de hablar de su moto. Si no has tenido nunca una, te recomiendo no te sientes en una mesa rodeada de motociclistas porque tu tranquilidad mental correrá serio peligro al escuchar largas conversaciones sobre motores, suspensiones, viajes, rutas y otras cosas similares, que solo pueden ser interrumpidas por quien posea un motor más potente o haya hecho un viaje más largo. 

Seamos realistas, cuando nos juntamos a “hablar de motos”, somos insoportables para los demás mortales.
Pero lamentablemente para todos, cada día somos más difíciles de identificar en forma preventiva, y ello hace que la “profilaxis anti-monólogos”, sea difícil hoy en día.

Antes, la cosa era más fácil. Pelo y barba largos, campera de cuero, un jean muy roto y lleno de grasa… ¡y ya está!, cualquiera podía identificar perfectamente a un motociclista y evitar su tediosa charla sobre “la importancia del cable del acelerador”. Pero ahora la cosa ha cambiado mucho... 
Hoy en día, un motociclista se encuentra bajo un camouflage que, en muchos casos, lo hace difícil de identificar. Y una vez en la mesa, deberás escuchar largos relatos sobre un viaje “por la ruta cuarenta” mientras te preguntas “¿dónde queda esa ruta?”.

¿Y porqué ocurre esto? Sencillamente, porque el Motociclista de la actualidad no responde a ese patrón físico que nos llegó de la mano de Hollywood. El “Motero”, Motoquero, o como te guste llamarnos, es una persona (hombre o mujer) que ha elegido a la moto como un medio de vida. Sí, leíste bien, dice “medio de vida” y no “de transporte”. El motociclista actual, en la semana, es un profesional, empresario, estudiante o un empleado común y corriente, que los fines de semana disfruta de algo que ningún automovilista disfrutó nunca: El viento en la cara.


Las motos han cambiado. Ya no son las “regadoras de aceite” de fines de la Segunda Guerra Mundial. Una moto actual es una pieza de muy alta tecnología diseñada específicamente para entregar el 100% de satisfacción a su propietario. Y esos “propietarios” las adoran mucho más que… este... bueno… Seamos francos, las adoramos “demasiado” en algunos casos.

Hay una vieja frase que dice que los únicos que comprenden a los motociclistas son los perros que alguna vez han sacado la cabeza por la ventanilla del auto. ¿Nunca los viste?, ¿viste la cara de felicidad de un perro cuando hace eso? Pues tiene la cara al viento como un motociclista… y eso no se le puede contar a alguien, solo puede ser vivido para comprenderlo.

Pero volviendo al tema de “Cómo protegerse de un motociclista en la mesa”, te cuento que debido a que el “motero” actual es médico, ingeniero o de la profesión que se te ocurra (debo confesarlo: hay abogados también), esa persona, en la semana, se disfraza de “normal” para cumplir su trabajo. Pero por debajo de la piel de esa “persona normal”, una enfermedad incontrolable se mantiene latente. Una especie de fiebre comienza a apoderarse de él el día jueves… Y cuando llega el viernes comienza a despojarse de sus tareas habituales y a pensar solamente “en eso”…

Si piensas que “la moto” es una adicción o una enfermedad… Bueno, nadie dijo que no lo fuera… Pero, seguramente, es incurable.

Y llega el sábado… y con él, la oportunidad para salir a “pasear un rato”. ¡Y cualquier excusa es buena! Desde la muy utilizada “encontré una parrillita nueva en el kilómetro 94 y medio de la ruta 3580”, hasta la de “el sábado es para salir con los amigos, el domingo para la familia”.

Pero ambas son mentira. Son crueles mentiras inventadas por nosotros, los motociclistas, para poder estar “con ella”. Para poder salir a la ruta con nuestros cascos bajo el sol, disfrutando en pareja con ella… mmm… ¡atención esposas!

He visto motociclistas que han viajado medio planeta para poder recorrer la Ruta Nacional
40 de Argentina. Motociclistas que han salido desde Buenos Aires y han ido “a dar una vuelta” hasta Canadá… o los que se van “hasta Ushuaia” o a Machu Picchu. 
Y no son pocos. Son muchos más de los que puedes imaginar, porque la moto te invita a viajar, a conocer nuevos lugares… a sentirte libre.

Te asombraría saber que en Argentina tal vez la vertiente de turismo interior más fuerte sea el moto-turismo. 
Todos los fines de semana, cerca de un cuarto de millón de “moteros” viajan a algún lado “a pasear un poco”. Y en el verano, los viajes se multiplican. 
Pero siempre, el motivo es el mismo: salir a disfrutar de la ruta y el paisaje con el viento en la cara.

Incluso te asombraría saber cuan distinto se ve nuestro hermoso país desde una moto, si lo comparamos con un auto. Pero eso puede ser tema para otro día…

Hoy el tema es contarte porqué no es lo mismo “la moto” que un buen auto o una 4x4… Que conozcas un poco a estos “locos” que viajamos disfrutando del sol y aceptando la lluvia, sólo por el placer de estar en la ruta… De viajar sobre nuestra moto oliendo el viento.

Y la próxima vez que vayas en tu auto y cruces a un solitario viajero o a un grupo de ellos… no los mires como a locos. No pienses que son “peligrosos vagabundos sin trabajo” que han salido a hacer de las suyas… Recuerda a tu perro (o alguno que hayas visto) cuando saca la cabeza por la ventanilla. Recuerda que seguramente habrás comentado para ti mismo “qué cara de felicidad la de ese perro” o le habrás dicho a quien estaba contigo “¡mirá el perro, qué feliz que es sacando la cabeza!”… Y comprenderás porqué amamos a nuestras motos.

Porque son lo que nos permite ser felices disfrutando de la ruta. No importa cual. Lo importante es la ruta y la libertad, porque son el medio para lograr la felicidad…Y no importa el sexo ni la condición social. El viento nos da en la cara a todos por igual (como a los perros).

Pero te recomiendo que evites las mesas de café. Pues, aparte de incurable, es muy contagioso.

Escrito originalmente por Mateo en la revista Biker Zone en su columna La Esquina del Viento.

VIKINGO

No te envidio


La luz de mi faro se refleja en el negro fondo del asfalto, las líneas apenas se ven y no se distingue bien donde termina la carretera y comienza el campo. Más de seis horas lloviendo y hace ya rato que cayó la noche. Con el casco abierto, las gafas empañadas y sin ningún tipo de impermeable, atravesar cada kilómetro se está convirtiendo en una auténtica obra de malabarismo. Los coches que vienen de frente me deslumbran, convirtiendo los cristales de las gafas en una enorme bola de luz blanca que no me deja ver tan siquiera mi jodida y enorme nariz. El viento sopla a rachas y cada empujón me hace cambiar de carril o ver demasiado cerca la cuneta. Los camiones se cruzan a una velocidad que se me antoja espantosa, lanzándome a la cara un buen puñado de agua y barro. El cuerpo está completamente empapado, y probablemente, ya me hayan crecido nenúfares en las bolas. Mis ruedas no están en perfectas condiciones y esto, es sólo una forma elegante de decir que si le quieres ver el dibujo, se lo tendrás que pintar con un rotulador. En estas condiciones cada curva me hace apretar el culo y soñar con que ya la he atravesado. Cada línea pintada en el asfalto con esa "pintura antideslizante" supone una corta pero acojonante derrapada que, afortunadamente, suele terminar cuando de nuevo piso el negro y gastado asfalto.
A la máquina, sin embargo, parece no afectarle nada y la muy cabrona responde mejor mientras más difícil se lo pones. Charcos, baches, agua, viento, se los pasa por en medio de sus enormes cilindros al tiempo que me ruge gritando, "habré más si quieres, por mí no hay problema". Qué "jodia puta" está hecha, luego cuando no hay ningún problema se para por cualquier pijada. Pero bueno, al fin y al cabo, si ella lo puede aguantar, yo también.
Diez mil gotas de agua en el depósito de la máquina y los temblorosos retrovisores reflejan una ráfaga de luz blanca. Un enorme carro viene a todo carajo por detrás y supongo que debo de molestarle. Pues nada compadre, pasa pronto y que te den por el culo. Poco a poco se pone a mi altura y un rápido vistazo al interior me muestra un mundo completamente distinto al que yo estoy viviendo. En el carro viaja un tipo sólo, aproximadamente de mi edad que, bien vestido y cómodamente sentado en la tapicería de cuero, se entretiene en cambiar de emisora mientras fuma un cigarrillo. Supongo que con el botón de la calefacción a tope y mientras me mira de reojo, debe de andar pensando "pobre desgraciado". Pasa rápido dejando una enorme estela de agua mezclada con barro y piedrecitas de la carretera que no se cortan un pelo a la hora de estrellarse contra, mi ya insensible, cara.
Ya casi no veo las luces traseras del coche, pero hay una idea que me sigue rondando la cabeza. "NO TE ENVIDIO, TIO", y la verdad es que ni siquiera sé porqué, pero la verdad es que no te envidio. Supongo que quizás me haya entrado agua por los oídos y eso esté afectando a mi capacidad de raciocinio. Porque lo cierto es que motivos no me faltan, al menos en este momento. Comparar mi incómoda situación con el confort que te rodea debería ser bastante para envidiar a alguien, pero sin embargo y siéndote sincero, me importas un puto pijo tú y tu lujoso carro. Es más, no conseguirías que me cambiase por tí, ni aunque me mataras. Supongo que nada de esto tiene ninguna lógica y que, una vez más, demuestra que todo este mundo quizás, en el fondo, no tenga sentido. Pero a pesar de todo, y mientras más lo pienso más convencido estoy, probablemente no sabría explicar bien porqué, o quizás sencillamente no exista explicación, pero me gusta estar aquí. Con el careto jodido, muerto de frío, completamente empapado y acojonado pensando si saldré de la próxima curva. Pero eso sí, rodando, cuando quiero, por donde me sale de los cojones y sabiendo que no hay agua, frío ni calor que me bajen de mi sueño negro, de mi bestia de metal. Sabiendo que mientras haya carretera pienso estar ahí para pisarla.

Esto fué escrito originalmente por Mateo  en la revista españoñola Biker Zone en su artículo La Esquina del viento.No puedo dejar de leer sus artículos y quería compartirlo. 

Escrito por Mateo en la columna La Esquina del Viento de la revista Biker Zone

VIKINGO

Algunas palabras que me representan


"Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy? y si la respuesta era no durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo."
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Conserva lo que tienes..... olvida lo que te duele..... lucha por lo que quieres... valora lo que posees....perdona a los que te hieren y disfruta a los que te aman. Nos pasamos la vida esperando que pase algo... y lo único que pasa es la vida, no entendemos el valor de los momentos, hasta que se han convertido en recuerdos. Por eso, haz lo que quieras hacer, antes de que se convierta en lo que te "gustaría" haber hecho. No hagas de tu vida un borrador, tal vez no tengas tiempo de pasarlo en limpio.......y nunca es tarde para empezar!


VIKINGO

Querido Paquete


Supongo que te extrañará que te escriba una carta, sobre todo teniendo en cuenta lo cerca que solemos estar siempre y lo fácil que sería simplemente decirte lo que estoy pensando. Pero eso es algo que, al final, nunca hago y no quiero dejar pasar esta oportunidad de contarte unas cuantas cosas de las que, de vez en cuando, me dan vueltas por la cabeza.
Tu dices que siempre me estoy quejando pero debes reconocer que, algo de razón tengo. Me quejo cuando te quedas dormida a la vuelta de todos los viajes y me lo haces notar a base de cabezazos en mi casco, me quejo cuando te empeñas en meter, en las viejas alforjas, equipaje como si te fueses para siempre. Me quejo cuando me obligas a parar, porque te mueres de hambre o no soportas ni cinco minutos más sin entrar al servicio. Te monto la bronca cuando en plena tumbada te da por moverte, simplemente, por que te pica el culo. Reconoce que tengo motivos para quejarme cada vez que veo el horroroso asiento trasero que tengo que llevar para que tu lindo trasero no sufra en los viajes largos. Me quejo, protesto y siempre estoy refunfuñando y tú sabes que, algo de razón, sí que tengo.
Pero, no todo pueden ser quejas y aunque cada vez que haces algo mal te lo digo, me cuesta un "güevo" reconocer las cosas que haces bien. ¿Cuántas veces decimos con un poco de desprecio la frase: "Ha venido de paquete"? ¿Por qué no les damos el valor que realmente se merecen, a todos/as aquellos/as que normalmente viajan en la parte trasera de nuestras monturas? Creo que cualquiera que haya rulado sobre dos ruedas durante algún tiempo, sabe perfectamente que un buen paquete es en realidad un COPILOTO. ¿Acaso no tumban con nosotros?, ¿No trazan las curvas?, ¿No pasan frío en invierno y se mojan cuando llueve?, ¿Acaso no corren menos peligro si te tragas una curva? Pues, a pesar de todo esto, aún hay quien se atreve a decir que no son bikers de primera fila.
Tus pequeñas manos se agarran fuerte a mi cintura y sé que estás ahí. Todo va bien. Controlas la gasolina que nos queda, los kilómetros que llevamos, en que cruce deberíamos de girar y cuantas pelas llevamos gastadas en sopa. Conoces tan bien como yo el sonido de nuestra máquina, sus vibraciones, sus necesidades y sus reacciones. Sabes perfectamente cuando le estoy apretando más de la cuenta o cuando entramos en una curva un poco pasados.
¿Cuántas veces, en marcha, me has puesto bien el pañuelo para que no me entre frío en el cuello?, ¿cuántos kilómetros has pasado hablándome al oído por que sabes que me estoy durmiendo?, ¿cuántas horas en la cuneta a mi lado mientras hurgo en las entrañas de la máquina intentando encontrar la estúpida avería que nos ha parado?
Sé que la imagen de siempre es la del piloto solo con su máquina devorando kilómetros, pero yo tengo que reconocer que mi hierro ya no es sólo mío, sino nuestro. Todos esos kilómetros recorridos, esfuerzos económicos y horas de dedicación te han dado derecho a ser, en parte, dueña de mi sueño.
Se que hay miles de "paquetes" como tú, casi uno por cada motero. Algunos de ellos lo son por que no tienen más remedio que joderse hasta que consigan su propia máquina. Para ellos mis palabras de ánimo y aliento. Suele ser difícil conseguirla pero siempre vale la pena y, sobre todo, ten en cuenta que mientras más trabajo te ha costado conseguirla más la apreciarás. Pero hay otro número muy importante de paquetes que lo son por gusto. No aspiran a tener otra moto, ya tienen una, aunque sólo les correspondan los cuartos traseros. Y es a tí y a todos estos paquetes a los que hoy quiero mandar mis RAFAGAS. Gracias por estar ahí. Gracias por ser lo que sois y no dejéis que nadie os quite nunca vuestra categoría de COPILOTOS.

Escrito originalmente por Mateo en la revista Biker Zone, en su columna La Esquina del Viento.

VIKINGO