domingo, 18 de noviembre de 2012

BICICLETEANDO


Bicicleteando:

Salimos Darío, Mariano y yo a pasear en bicicleta con rumbo a un paraje denominado La Chozita.
La idea era despejar nuestra mente de la rutina y hacer un poco de vida al aire libre.
Pasaron algunas cosas durante el trayecto como por ejemplo una botella de vino que se cayó de uno de los ciclistas. Vidrio y campismo nunca fueron compatibles. Son las pocas veces que elijo caja de cartón. Ja!
Al navegante que hacía punta se le giró la brújula y les hice hacer casi sis kilómetros de más por porfiado o en devolución del vino perdido.
Una vez en el sitio tuvimos que pasar las bicicletas por un alambrado y no solo me pinché el pié con la espina de acacia, sino que al rato también la rueda trasera de mi bicicleta y como soy tozudo y no aprendo; también la lona que usé de aislante y el aislante de goma en el que dormí.
Darío y Mariano salieron a investigar la zona y quedé solo reparando la pinchadura que por cierto hacía tantos años que no pegaba un parche que no me acordaba de que lado iba. Al tiempo que no venían los expedicionarios sentí un graznido muy fuerte. Imaginé que los muchachos estaban bromeando y maldije por lo bajo porque no quería delatar nuestra posición ante nadie ya que estábamos solos en campo ajeno. Al rato escucho un silbido e imagino que los muchachos andarían desorientados. Saqué mi silbato y emití una señal. Espero. De vuelta el graznido potente. De vuelta el silbido y así por un rato.
Nada.
Ni señal.
Junto mis cosas y abandono mi bicicleta ya reparada. Me interno entre las espinosas acacias y al cabo de un rato me llaman. Por acá!!!!
Cuando me acerco veo que descubrieron unas viejas vías abandonadas donde deciden acomodarse. Lleno de cuevas de animales donde otrora estaban los durmientes.
Cuando los interpelo sobre el graznido me dicen que no haga chistes, que  seguro era yo el del sonido raro. Les digo que yo solo usé un silbato y Darío dijo que también lo escuchó y el también silbó.
¿Y el graznido? Sonaba muy fuerte algo como Crooooaaaaaaaack!!!,      Crooooaaaaaaaack, Crooooaaaaaaaack!!!(No era una rana he! Era mucho mas amplificado).
Uhhh! Seguramente alguien andaba jugando con nosotros. Eso fue lo que pensamos.
También pensé que estos dos andaban jugando conmigo.
Bué, dejamos el asunto allí y yo me dispuse a armar mi refugio nocturno con mi poncho de lluvia y un trípode que sostenía una tela mosquitera. Qué suerte que la llevé porque Darío y Mariano no la pasaron muy bien solo con el repelente.
¿Qué hicimos?
No mucho y de todo. Holgazaneamos, tomamos mate, Darío recolectó maderas para sus artesanías, huesos y clavos de vía. Pronto llegó la noche, la oscuridad y la fogata.
De pronto…
Crooooaaaaaaaack!!!, Crooooaaaaaaaack!!!, Crooooaaaaaaaack!!!,
¡La Pucha! Estábamos los tres juntos y no podía ser ninguno de nosotros. Alguien nos acechaba.
Uno de nosotros apagó el fuego inmediatamente. Yo totalmente furioso me metí en la espesura con la firme decisión de cazar a nuestro acechador.
En completa oscuridad solo escuchaba…
Otra vez el graznido! Gateando mas que andando porque las espinas podían quitarme un ojo uso una manera lenta de avanzar hacia aquel sonido que ya no me parecía nada gracioso.
Cuando supongo que lo tengo delante de mí a unos diez metros…enciendo rápido mi linterna y ante mi asombro, no solo que no veo nada sino que el graznido se reitera haciendo un giro de un cuarto. Es decir de estar a mi frente, se escucha ahora a mi izquierda y sin emitir sonido de desplazamiento alguno.
Demás está decir que mantuve la luz encendida solo un segundo y caí con todo mi raciocinio en la cuenta de que el origen de aquel graznido no era humano.
Un humano hace ruidos y mas si se desplaza tan rápido.
Tiene que ser un ave pensé.
Me quedé mucho tiempo quieto y el graznido se repitió cada vez más lejos. Jamás pude identificarlo y tengo muchas noches acampando en sitios parecidos. Solo después me acordé que en cierta ocasión en la selva entrerriana pude identificar una especie de pavo silvestre que sonaba parecido, mas no igual. El de Entre Ríos parecía gritar Miaugoo!! , Este hacía ese escalofriante Crooooaaaaaaaack!!!,
Cuando volví Darío me dice ¿Viste la luz?
Era mi linterna.
Mariano ya estaba cerca del alambrado pensando en como huir.
Sinceramente me tranquilizó haber estado tan cerca como para darme cuenta que se trataba de un animal. Tardé bastante en convencer a los muchachos.
Ya metidos en nuestro refugio llovió de madrugada y el maldito pajarraco gritón hizo sonar su espeluznante sonido en tres ocasiones mas, pero estaba tan cansado que no moví ni un músculo.
Condimentó un poco la salida el suceso y alimentó mi intriga. Voy a investigar sobre los sonidos de las aves.
A la mañana enrollamos nuestros petates y tomamos unos mates con bizcochos para tomar coraje y pedalear de regreso.
No fue nada fácil. El barro trababa nuestras bicicletas y tuvimos que redoblar el esfuerzo en nuestras piernas. Si la lluvia hubiese sido mas abundante seguro que tendríamos que haber caminado de regreso.
Ahora sentado delante de la máquina aseado y contándole a mi esposa lo vivido, no me queda mas que agradecerle a Darío y a Mariano por tan linda salida.
Qué se repita!!!!
                         VIKINGO.
Tiempo después de la aventura
Misterio develado!
Hoy estuve hablando con un experimentado cazador que me permitió afinar la búsqueda de ese sonido para mi extraño. Jamás me lo hubiese imaginado...A pesar que he cruzado en moto a varios por las rutas argentinas.


Y acá una canción para homenajear al animalito


VIKINGO

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