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jueves, 30 de junio de 2011

Relatos de ruta



RELATOS DE RUTA, LO QUE MIS OJOS VIERON DURANTE 6.727 KM

Pasando las vacaciones en moto se ven cosas de un modo totalmente distinto de cualquier otro. En un coche se está siempre en un compartimiento, y como la mayoría está acostumbrado a ello no se da cuenta que todo lo que se ve a través de esa ventanilla es tan solo más televisión. Somos en ese caso observadores pasivos y todo se mueve, monotonamente, junto a nosotros dentro de un marco.
Como todos ustedes bien saben en una moto el marco desaparece. Uno está plenamente en contacto con todo. Estamos en el escenario y no solo contemplándolo, y la sensación de presencia es abrumadora. Ese hormigón que discurre a escasos centímetros por debajo de nuestros pies es lo real. El mismo material sobre el que caminamos, está ahí, tan borroso que es imposible enfocar la vista en él, sin embargo podemos bajar el pié y tocarlo en cualquier momento, y todo esto, toda esta experiencia, nunca se aleja de una conciencia inmediata.
Los planes son deliberadamente indefinidos, más destinados a viajar que a llegar a cualquier parte. Si bien hay un trazado bosquejado no tengo por qué atenerme estrictamente a él.
Tan solo estoy de vacaciones y como diría Iorio de Almafuerte..."ANDAR ANDANDO Y TAN SOLO POR ANDAR, LLEVAR MI VIDA ACELERANDO SIN PENSAR, EN REGRESAR O EN DETENERME"
Quiero buenos promedios y para mí esto se mide con el acento puesto en "BUENOS" y no en "PROMEDIOS"; pues el enfoque del viaje cambia drásticamente del otro modo.
Sé que las tortuosas  rutas de montaña son largas en términos de segundos, pero mucho más placenteras y más en moto. En las que uno se inclina (cuando se puede) lateralmente en los virajes y no es impulsado de un lado a otro dentro de una lata.
Las rutas secundarias serán mis mejores amigas... Esas con pocas o ninguna señal; esas que solo conocen los lugareños los cuales no necesitan de esas señales a veces tapadas por yuyos, por que las conocen de toda la vida.
Serán más agradables a mis sentidos donde rocas, yuyos, árboles me lleguen al hombro y más, mucho más que las llanas autopistas iluminadas y césped cortado en la banquina.
Seré feliz al pasar por un pueblo de esos que de tan despacio que voy, los chicos te saludan al pasar y la gente mira desde la vereda. Dónde uno se apea a preguntar una dirección o algo y la respuesta (como le pasó a Mois) suele ser más larga de lo esperado y con más preguntas que respuestas.
¿A dónde vas?, ¿De dónde venís?, ¿Cuánto hace que estás viajando?
Todo el ritmo de vida y la personalidad de la gente que vive cerca de esas rutas poco frecuentadas son tan diferente alo que vivimos a diario...
Ellos no van a ninguna parte. No están demasiado atareados como para dejar la cortesía de lado y a la vez son concientes de la actualidad, pero la viven a su modo.
Este es el modo que pretendo dar al viaje. Vamos a ver que sale...
Se que cuento con muchos de ustedes y gracias por hacérmelo saber.
Bochón: Todavía no salgo y cómo te entiendo.
El viernes los saludo!!!!


Lo primero será desenchufar la radio. Y no es que mi moto lleve una, llamo radio a ese diálogo interno que comienza a parlotear durante los primeros kilómetros. Es ese hemisferio racional que quiere controlarlo todo y lo hace hablando y hablando dentro del casco.
Listo! Ya está! Radio semi desenchufada
Tanque lleno
Aceite a nivel
Equipaje bien estivado
Botón rojo abajo
Pata muleta recogida
Contacto!
Tiki,tiki, tiki,tiki ( la bomba de nafta cargando)
Aprieto la maneta izquierda
IGNICIÓN
1ª CLAK!!, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª
SI!! SI!! YA ESTOY VIVIENDO MI SUEÑO…!!!!
NOS VEMOS AMIGOS!!!! RUTA 7 DERECHOOOOOOOO!!!!


PRIMER DÍA, SÁBADO 2 DE ENERO DE 2010

Salí con un incipiente sol a mis espaldas y una luna llena al frente y a la derecha de mi ruta.
Se levantó una espesa niebla y comencé a tener por un largo tiempo a un compañero de ruta igual a mí y que nunca dejó que lo alcance. Copiaba todos mis movimientos y se achicaba a medida que pasaba el tiempo. Esta vez me tocó a mi seguir mi sombra.
En mi cabeza rondaban las últimas palabras de quienes quiero y me quieren.
Derecho… Siempre al lejano oeste a encontrarme con ese monumento, Los Andes.
Realizo varias paradas breves. Me siento más cómodo así por ahora.
Pasan sin querer Santa Fe, Córdoba (provincia que he rodado mucho, hasta en bicicleta) Y a la altura de San Luís, cuando aún rodaba por Villa Mercedes, se vieron nubes amenazadoramente negras.
Antes Buenos Aires, Santa Fe con un paisaje de campos interminablemente inundados con bosques muertos en el agua. Ahora San Luís seco, pero hasta que yo llegué.
Fue solo un chubasco, no merece que me detenga.
Fue emocionante traspasar los carteles que anunciaban que ya estaba en Mendoza, pero más aún ver a la mole gigante a lo lejos.
La Cordillera de los Andes cubierta en negras nubes que otra vez me mojaron al tomar el camino a Potrerillo.
La Ley de Murphy indica que si me detengo y me coloco el traje impermeable, esta inmediatamente cesará. Y así fue y así será por siempre.
Derecha e izquierda llena de viñedos. La mandíbula desencajada al ver tanta belleza. Encima que el paisaje es apocalíptico, de frente me cruzo con innumerables motociclistas.
Hay si estaría mi amigo Jorge…¡Cuántas BMW me crucé!
Y mucha tropilla Harlysta.
Como estoy con fiaca para armar la carpa, hoy duermo abrasado a mi Chancha tapado con una lona que nos cubre a ambos.


SEGUNDO DÍA, DOMINGO 3DE ENERO DE 2010

Hoy arranqué con unos mates y luego de organizar el equipo enfilé para dos pueblos cercanos; El Salto y Las Vegas. Saqué fotos por todos lados y luego de un feliz sándwich de jamón crudo, encaré para Uspallata. Se me ocurrió ir para El Cerro de los Siete Colores y fue uno de los caminos más difíciles que soportó La Chancha. Ripio con una capa de barro por debajo, pues había llovido. Primera, primera y solo primera. Coleaba, se enterraba, golpeaba el chapón de protección. (Gracias Nico y Fabri por insistir en que se lo ponga)
Imagino que el cerro tendrá mejor vista al amanecer o atardecer, pero que se le va a hacer…, yo llegué para el mediodía.
Salir de allí tampoco fue fácil y me hizo preguntar si de verdad quería yo seguir andando por un sitio como ese.
Al llegar a Uspallata nuevamente, se acerca una camioneta Municipal de Las Heras y ablando y ablando, cuatro muchachos me invitan con un asado en el camping donde estaban parando.
Luego de comer me dediqué con esmero a lavar a La Chancha y todos sabemos que es una excelente forma de hacer llover.
Salí a recorrer un poco rumbo a Las Bóvedas y ni bien crucé un vado del Arroyo Uspallata se largó un aguacero y pedrería bárbaro.
En remera y sin equipo también arranqué para el cerro Tunduqueral, atravesando  una hermosa alameda. Seguí, seguí y seguí. Y de lo emocionado que estaba con el paisaje, nunca ví la entrada al cerro y la casualidad me regaló unas vistas maravillosas.
Un trueno ensordecedor hizo que me vuelva por ese ripio mojado y esta vez si vi  la entrada al cerro que alberga petroglifos (pinturas rupestres) de más de dos mil años de antigüedad.
Un guía mendocino explicaba, yo escuchaba y una intérprete le traducía todo a una pareja de norteamericanos. Mientras tanto yo embobado con un completo arco iris que se formaba de cerro a cerro.
¡MAJESTUOSO!
Hoy cargué el bidón de reserva porque no saben si hay nafta en Los Penitentes, lugar al que pienso visitar mañana.



TERCER DÍA, LUNES 4 DE ENERO DE 2010

Hoy arranqué al amanecer de Uspallata. Pasé por Punta de Vaca donde se hizo la Marcha Mundial por La Paz. Reposté en Los Penitentes, Visité Puente del Inca, Visité la cara sur de nuestro centinela de piedra, Co. Aconcagua, pasé por Las Cuevas y me fui para El Cristo Redentor.
Como del lado argentino no me permitieron ascender, seguí para Chile y se me frunció todo en Los Túneles, menos el totó que lo tengo aprisionado contra el sillín.
Parecía fácil la subida.
¡Mierda! Primera, siempre primera. No llegaba más, pero valió la pena.
Ahora bien, todo lo que sube debe bajar y si la trepada fue difícil, atravesando rocas, hielo, nieve y agua… La bajada fue realmente peligrosa.
Me sirvió mucho la experiencia paro luego, pero ya llegaremos.
La cuestión es que el camino es de caracol y al llegar a las curvas, si tocás el freno delantero te vas a la mierda y si frenás muy fuerte con el de atrás, también te vas al mismo sitio.
Es un baile donde la menor distracción es caída segura.
Fui a lo largo de los metros(si, metros digo; si pasaba un bebé gateando me ganaba) desarrollando una técnica. Dejaba que la moto baje en primera, pero al llegar a esas curvas tan cerradas debía acariciar el freno trasero para no irme por el abismo.
A veces lograba detener la moto y entonces la sostenía, una vez quieta con el delantero y giraba la dirección y entonces volvía a soltar embrague y freno.
Otras veces no era tan afortunado y la caricia del freno trasero no alcanzaba y seguía patinando en piedras sueltas con lo cual debía emplear de emergencia la técnica del speedway. Si, la patita pal´lado de la curva. Tuve un par de sustos.
En una por andar tan despacio se caló el motor y fue como tocar el freno delantero, pero saqué fuerzas no se de donde y no dejé que La chancha toque suelo.
Realmente para hacer esto con esta moto te tiene que gustar tanto como a mi y por lo menos tener mi fuerza física. Yo llegué a mi techo con lo que cuento. Tuve suerte realmente. Solo lo volvería a hacer si no siguiese envejeciendo.
Completamente en ayunas volví a Uspallata como a la ida; parando cada diez kilómetros a sacar una foto.
En un parador de camioneros pedí un lomito y para mi sorpresa, tenía el tamaño de mi antebrazo y el grosor de mi bíceps. Lo corté al medio y tuve almuerzo y lo que estoy cenando, todo por el mismo precio.
Repuesto ya, comenzaría un derrotero increíble. Ir de Uspallata a Villavicencio es conducir durante horas en segunda al principio y otra vez en primera, siempre en primera ¡Menos mal que ya había entrenado en El Cristo!
El viaje vale hacerlo, mas no así Villavicencio.
A esa altura tenía el culo más que roto, pero igual seguí, seguí, pasé por Las Heras, Mendoza Capital y seguí hasta donde el culo y el cuerpo dijeron ¡Pará Loco!
Estoy en Tunuyan y pienso quedarme un día quieto para reponerme de los 600 Kmts., muchos, pero muchos hechos en primera marcha.



CUARTO DÍA, MARTES 5 DE ENERO DE 2010

Hoy dormí todo lo que necesitaba.
Lavé ropa, cargué baterías, lavé la moto y descubrí que por culpa del equipaje mal estivado por mi, rajé la luz trasera de La Chancha. Tendré que tener más cuidado.
Hablé Con los lugareños y me dijeron que un paisano les dijo que a las tres de la tarde granizaría.
Una familia me invitó a comer, Pepe y Laura con sus dos hijas pequeñas como mi Wanda. Resultó que Pepe era también motociclista (Tiene una pistera tatuada en el brazo) y me contó de sus caídas en el hielo allá arriba por donde yo anduve, en Las Cuevas. Pasó toda una aventura con la moto rota por esos pagos.
Y charlando y charlando se hicieron las tres y cayó una cantidad de piedras que hasta los del lugar se asombraron.
A pesar de tener la moto cubierta, el viento sur mandaba piedras de costado. Saqué el poncho carpa y solo cubrí tanque, parabrisas y guardabarros delantero. Era tal la fuerza del viento que las piedras venían de costado con la misma energía que si lo hiciesen de arriba.
Yo, solo en bermudas me comí toda el agua con mi espalda cubriendo lo que podía a mi querida Chancha.
Es para tener en cuenta. De ahora en más, el poncho lo llevo fuera del equipaje. Le tomé un miedo bárbaro al granizo. Hoy tuve suerte.
La moto toda sucia otra vez por la salpicada de agua en la tierra.
El dueño del Camping La Primavera de Tunuyán, tiene una banda musical y me ha hecho escuchar sus temas.
Pobre la gente que depende de sus sembradíos. En la ruta pude ver grandes viñedos (corporaciones) cubiertos por medias sombras.
En el camping, los manzanos quedaron destrozados y los pequeños agricultores perdieron todas sus cosechas.
Hoy pude reparar el puto cierre de la riñonera, la cual luego de varios intentos infructuosos en el Parque Nacional Aconcagua, tuve que atar con cordones de zapato para no perder el contenido.
¡Menos mal que traje hilo y aguja! Estoy hecho una costurerita.
No pude con mi genio y después de una tarde de mucho calor y pileta, salí a recorrer un poco, tomar una cervecita y por indicaciones de un lugareño fui a parar a lo que él dijo ser un lago y resultó ser una laguna merdosa como diría Carlín.
Estaba oscureciendo cuando sentí tronar feo y volví velozmente al campamento con mucho miedo al granizo. Fue solo un chaparrón.
Conversé mucho con un viejito que vino con una YBR125 acompañado de su señora. Albañil el hombre, que me contó sus aventuras de paracaidista cuando cumplía la conscripción en Córdoba. Me contó algunas historias medias fabulescas de cómo tuvo que matar a dos hombres para defender su moto de un robo.
Lo gracioso fue que este viejito estaba haciendo un asado durante la granizada, y mientras yo luchaba por mi moto, él se calzó el casco y siguió muy campante asando su carne.
Una pareja de chicos jóvenes me pidió que les ayudara a encender un fuego porque la leña estaba húmeda. Ahí nomás me invitaron a comer su carne asada. Esta vez me dio vergüenza y rechacé  mil veces la invitación, aún que la verdad que se veía bueno el asadito.
Tengo intenciones de salir muy temprano, pero acabo de descubrir que pusieron candado a la tranquera y no hay nadie despierto de los trabajadores del campamento; así que mañana Dios dirá.


QUINTO DÍA, MIÉRCOLES 6 DE ENERO DE 2010

Lloviznó y tronó toda la noche.
Amaneció nublado y frío. Empaqué todo y a pesar que la puerta del campamento estaba cerrada pude salir cuando entraban unos trabajadores por la tranquera de servicio.
¡A la mierda que hacía frío!
Tuve que ponerme todos los cueros.
Visité Los Reyunos y como no llegaba el camión de combustible para reabastecer a la estación de servicio, me fui a rodar por el lago y la central hidroeléctrica. Volví más tarde a la estación de servicio y una señora pudo cargarme el combustible (En casi todas las estaciones de servicio me atienden mujeres grandes, olvídense de chicas con calzas).
Tomé un café con leche calentito en un boliche campero donde cuatro mujeronas hablaban al mismo tiempo tratando de indicarme el camino al Nihuil. Y para allá me fui.
El Nihuil tiene un enorme, pero enorme lago, hasta con un faro. El único surtidor de nafta del pueblo lo estaban reparando y tenían para mas de una hora. El mecánico me dijo que el camino de caracoles al Cañón del Atuel y Valle Grande estaba inhabilitado por derrumbes recientes. Me arriesgué igual sin haber repostado, paré a una chata de la policía y le indagué sobre la posibilidad de hacerlo y me dijo que con extrema precaución.
El paisaje del cañón inigualable. Después de andar con mi Chancha a tanta altura sobre ripio, esto fue pan comido. Igual extrañé mucho el asfalto.
Salí del cañón luego de atravesar las tres usinas hidroeléctricas y llegué al dique que libera las aguas del Atuel. Un lugar precioso con cerros sumergidos que afloran como islas formando configuraciones que semejan un submarino. Mas abajo el río plagado de botes inflables con tripulación haciendo rafting. Paré a descansar a la sombra y a orillas del río.
Al seguir se ven  infinidad de bodegas y viñedos, todo asfalto ¡Por fin una YPF!
Seguí rodando hasta la 143 y tuve que hacer un tramo largo que ya había hecho por la mañana (La Cuesta del Ternero), porque en mi periplo había descrito un círculo.
En un lugar llamado El Desvío había un surtidor de nafta solitario con un timbre y un cartel que rezaba: Si desea ser atendido toque timbre.
Toco y nada… Toco y nada…
Al rato una anciana sale a despacharme con un andar más que tranquilo. El caserío quedaba bien lejos del surtidor, pagué con $100 y tuve que sentarme a esperar el vuelto de la anciana que arrastraba los pies al caminar. Ma si!! Mejor la sigo, me dije, haber si se me descompone caminando.
La ruta era larga y con una aridez tal que me hizo ver espejismos de agua.
De pronto, al acercarme el espejismo se convirtió en La Salina del Diamante.
Seguí ruteando y el paisaje cambiaba de un color a otro, de una vegetación a otra. Los pajonales intensificaron su verde. A los costados se veían esas bombas que extraen petróleo en pleno funcionamiento. Paralelo a mi, bajo montones de piedra discurre el oleoducto.
Los gauchos arreando chivos…
Llego a El Sonseado, primer lugar dónde veo el logo de la ruta 40. Es ahí la latitud donde cayó hace años el avión con los jóvenes rugbiers uruguayos que sobrevivieron al accidente gracias a una firme determinación.
No tenía ganas de hacer más ripio así que dejé la laguna del lugar para otra ocasión. Eran cuarenta Kmts.
Era muy tarde ya y el sol caía tras Los Andes cuando en vez de seguir a Malargüe, tomé a propósito el desvío hacia Las Leñas.
Pasé por Los Molles, bajé a ver La Laguna de la Niña Encantada, visité El Pozo de las Ánimas y me fui a ver como era El Valle de Las Leñas.
Ahí es cuando uno está cansado, no puede ver bien por el sol poniente de frente y se traga un pozo cráter que podría haber arruinado la ciclística de la moto. No se mantiene muy estable al soltar el manillar, pero la verdad que no se si es por el parabrisas, por la carga del tren trasero, por el líquido antipinchaduras o por el golpe.
Las Leñas es muy cheto para mi gusto y no me ofrece gran cosa en esta época, pero había que conocer.
Cargué nafta. Acá se toman todo su tiempo para atenderme. Tuve que esperar a que terminen de jugar una mano de Truco.
Me abrigué porque el sol baja rápido y desandé los caracolitos que acompañan al río hasta mi entrañable 40; y por primera vez en todo el viaje apuré a mi Chancha a 120 Km/h. Ella no se enojó porque le sobra puño, pero sin tanto frío la llevo siempre a 100.
¡Por fin Malargüe!
Cenar y acampar.
Durante el día me crucé dos veces con un Citroën amarillo. Una vez en El Cañón del Atuel y luego bajando de Las Leñas. Le estaba contando a mi señora por teléfono, porque tuvimos uno igual, “LA CITRONAVE” y cual no fue mi sorpresa al ver que estacionaba al lado mío. Un marplatense y su novia. Macanudos los dos.
En el campamento acomodo mi carpa y La Chancha al lado de dos BMW de una pareja de motociclistas alemanes ¡Flor de equipo traían!



SEXTO DÍA, JUEVES 7 DE ENERO DE 2010

¡Buen día a los alemanes!
Cuando le mostré la foto dónde La Chancha llegó a la nieve del Redentor, hizo seña de reverencia como que se sacaba el sombrero.
¿27 Kmts. De ripio a Los Castillos de Pincheira? ¡No es nada!, Me dije; después de lo que hice…
¡Hay mamá! Qué camino de mierda. Lleno de serruchos, se me aflojaron hasta los empastes dentales…
El paisaje:¡Hermoso!
Estoy escribiendo sentado en una piedra, dentro de una cueva. Llegué y el lugar es bárbaro, realmente parece un castillo.
Ahora, unos mates a la sombra de los álamos y a la vera del río no tienen precio(¿e nota que dejé la cueva?)
Cuando venía para el castillo fotografié unas aves grandes, negras y de cabeza colorada y al subir los cerros salían unos pájaros pequeños todos negros con alas blancas que solo se veían durante el vuelo. Posados se veían solo negros. Tengo que averiguar que bichos son.
Así nomás mientras escribía y habiendo descansado, se me ocurrió hacer todo lo que pueda de ruta. Era tarde en realidad, casi una locura. No se la hora ni me interesa, pero el sol ya pasó un poco la punta. Así que deshice los dichosos 27 Kmts. De ripio Hasta Malargüe.
Hasta hoy no se me había ocurrido escuchar música, así que yendo a 10Kmts./h me calcé los audífonos y dale que va…
En el camino no se lo que pasó, pero sin pensar en nada malo, no se si me emocionó lo que estaba haciendo o qué, pero me largué a llorar como un boludo. Busqué en mi interior el motivo y la verdad es que no lo sé, o está tan dentro mío que no lo encuentro.
Me acordé de la última conversación que tuve con mis hijos y de repente me encontraba sonriendo ¡ Cosa de locos! Demás está decir que desenchufé la música por las dudas que algo aya tenido que ver con semejante mariconeo y seguí.
Llegué al campamento, desarmé la carpa y me dirigí a la estación de servicio dónde había cola de vehículos. Esperé y cargué el tanque y el bidón de reserva.
Uno se cree siempre superado con todo lo hecho, pero ¡La Pucha!, de pronto ripio serrucho, serrucho y serrucho. Todo tiembla bla bla , 10 Kmts./h primera y segunda, primera y segunda y dale nomás. Horas y horas. El sol cae y el paisaje es tan hermoso como desolador.
“RUTA 40” Pensar que solo transito una fracción de sus 5000 Kmts. Y para mi es toda una proeza.
Pienso en los motociclistas de antaño que no tenían la suspensión de hoy. No me extraña que se les partiesen los cuadros de sus motos.
La verdad , que hasta le hablé hoy a La Chanha. Le dije cosas lindas… Que si salíamos de esta la iba a mimar mas y le buscaría asfaltos derechitos.
Ya ni me acuerdo los nombres de todos los lugares…
Se que al llegar a Bardas Blancas vino la ruta entera otra vez con un montón de curvas y contracurvas cerradas. Todo muy lindo hasta que llegué a La Pasarela. Ahí el camino se bifurca sin indicación alguna.
Mi sentido común decía derecha.
La minita de información de turismo de Malargüe me dijo izquierda, pero en el mapa que me dio no existía la bifurcación. Yo le plantee la duda anoche porque mi mapa si la tenía.
Le hice caso a mi instinto y me largué por la derecha.
Kilómetros de roca volcánica…Nunca un cartel, nunca un auto, solo una YBR125 de frente y a los re pedos.
¡ha!, me olvidaba… A partir de la decisión de tomar el camino de la derecha, fue ripio y ripio y mas ripio con pedazos minúsculos de lo que otrora fuera una ruta.
¿Para qué aburrir? La cuestión es que luego de muchas horas y cuando el solo ya se escondía por completo, llegué luego de 230 Kmts recorridos a 10 Kmts/h a Barrancas (Provincia de Neuquén) donde llené el tanque y estaba dispuesto a dormir a un lado de la ruta cuando tres lugareños me indicaron que haciendo ocho Kmts. Más, podía conseguir un campamento.
No tengo fuerzas, así que hoy la carpa no se arma. La lona que cubre a la moto me cubre a mi ¡Lástima que vino un perro y me la meó el muy hijo de tuna!
No tengo ganas de cocinar así que los viejitos que atienden el campamento me prepararon una milanesa y una botella de vino.
Fuera del campamento ladran los perros y logro distinguir a varios jóvenes pateando tachos de basura y gritando. Están a cien metros míos y hoy duermo con un ojo abierto.



SÉPTIMO DÍA, VIERNES 8 DE ENERO DE 2010

Los flacos callejearon toda la noche y yo desde la madrugada con los ojos abiertos.
Al clarear pude ver que había acampado en un gallinero. Con razón sentí ruidos toda la noche alrededor mío.
Tomé unos mates, me bañé y seguí para el sur.
Chos Malal, Las Lajas, Zapala. Me crucé con un montón de charitos (ñandúes), me los asustó un camión y quedó la foto con los charitos fuera de foco corriendo.
Mucho, pero mucho viento.
La 40 no me quiere. Tuve tres enemigos; de uno escapé, del otro me hice amigo y aprendí a aceptarlo y al tercero lo domé.
Ellos son el granizo, el ripio y Eolo, Dios del viento, que a cada metro me empujaba para la mano contraria.
Un fastidio! En pleno asfalto 60,80, 60 y con suerte 80 otra vez. Esa fue la velocidad, ¡Pero llegué Carajo!
Después de Zapala un frío que hizo que me tire cuanta pilcha traía. Cuando se nubló fue peor. A Junín de Los Andes llegué helado. Me paró Gendarmería en Chos Malal y en Junín. Luego de un café con leche y con una llovizna fina llegué a San Martín de Los Andes.
¡Una belleza! Mañana la recorreré mejor
Hoy mas temprano cuando andaba por Las Lajas corría tanto viento que cuando cargué nafta saqué el cuero de oveja del sillín para que no se vuele y lo até provisoriamente en el equipaje.
Olvidé ponerlo en su lugar y ya después de Zapala veo un sombrero volando al costado de la ruta y pienso: A algún boludo se le voló el sombrero!
Me acuerdo, miro atrás y me río pensando que a este boludo se le voló el cuero. Esa pérdida me va a traer un dolor de culo bárbaro…


OCTAVO DÍA, SÁBADO 9 DE ENERO DE 2010

Mientras desarmaba la carpa  a orillas del Lago Lakarse me apareció un conejo. No tuve el tiempo de alcanzar mi cámara. Se escondió entre las raíces de un árbol al borde del lago.
¡Bah! Al salir a la ruta se me cruzaron todos los conejos juntos. Y yo que pensé que el que vi primero era especial.
Hoy encaré el camino de los Siete  Lagos. Ayer San Martín de Los Andes me recibió con lluvia y hoy me despide igual. A mi no me molesta, solo que tenía la esperanza de sacar buenas fotos con sus lagos verdes y azules y los picos cubiertos de nieve y la verdad es que por las nubes y la luz están saliendo bastante deslucidas.
Yo pensé que hoy al hacer pocos Kmts. Iba a ser descansado, pero la verdad que sin darme cuenta estuve otra vez todo el día sobre La Chancha. No me quejo, es lo que mas me gusta.
Cuando se acabó el asfalto y vi lo que acá llaman ripio, se me dibujó una sonrisa. Esto no es ripio, es piedra molida bien asentada. Es fácil de transitar, solo que cuando uno va paseando y mirando el paisaje, los lujosos autos y camionetas parece que van clasificando para el rally y no te pisan porque uno se corre.
Fui muy lento, sacando fotos y saboreando cada instante. Volviéndome mas de una vez para retratar algo. Lago Lacar es donde acampé, vino el Machónico, hermoso, Falker, Villarino, Escondido, Pichi Traful, Torrentoso y Espejo ¡PUM! Asfalto, ruta con flores a los lados y Villa La Angostura, donde pregunté por el precio de un cojinillo de cuero de oveja y salí espantado. Esta ciudad es de cuento. Con su boulevard o como se escriba regado de flores. Es todo colores.
Me duelen un poco las vértebras cervicales y mientras descanso y cargo combustible tomo algo caliente.
Al salir de Va. La Angostura suena la sirena de los bomberos y me pasan dos camiones y dos patrullas volando. Se desvían de la ruta delante de mí y veo el humo.
Sigo hasta volver a mi querida 40. Querida para mi, porque lo que es ella, me quiere echar. Ni bien la retomé, todo el viento que me envinaba de cola por hermosos paisajes de flores, lago y montaña, ahora lo vuelvo a tener de derecha. Pero igual, no es nada comparado con ayer.
Cruzo el Limay y ya estoy en Río Negro. Nublado, lloviznoso, un asco.
Llego a San Carlos de Bariloche y luego de cargar nafta descubro que los giros traseros de La Chancha son rebatibles. Si, di marcha atrás forzada por una pendiente y le di el giro derecho contra una columna que estaba detrás. Después de la puteada de rigor, me dio cuenta que no rompí nada y solo con un poco de fuerza lo enderecé. Tiene un tornillo que hizo de bisagra.
Busqué calor en un caber y demoré un rato largo en ordenar las fotos. Luego traté de alejarme lo más rápido posible de esa urbe. Llevo varios días solo y por solitarias rutas como para soportar tanto bullicio.
Hace veinte años acampé en un sitio llamado Lago Gutierrez de dónde transité varias picadas que derivan en refugios de montaña. Era un lugar totalmente agreste y libre. Fui en busca de ese lugar cuando un olor a chori hizo que La Chancha se detuviese.
Una pareja joven de rosarinos en una casa rodante y sin permiso vendían choripanes sabrosísimos. Yo,desde que me levanté, solo un café, así que imaginen .
El sol ya caía y a un paisano se le quedó la chata sin nafta. Al verlo, le ofrecí la de mi bidón. Me agradeció, pero me dijo que necesitaba mucha más para llegar. Nos pusimos a conversar y le conté de mi cuero de oveja perdido y le pregunté dónde podía yo hacerme de uno.
¡Yo tengo! Dijo.
¿Cuánto? Dije
¿Qué le viá cobrá? Dijo. Mientras me trae mi señora la nafta usted me lleva, es acá nomás.
Desarmé el equipaje y se lo dejé a los chicos del chori. Entonces me llevé a Dón Carlos, domador de potros, en la moto pa´su barrio.
¡Hay mi Dios!
¿Acá nomás dijo? Ripio, ruta 40, ripio, ruta 40, carrito de choripán .
Estaba tan contento de haber andado en moto que me regaló dos cueros. Lo forcé a aceptar dinero, solo veinte mangos. Esta noche duermo arriba de los dos. El que perdí era tan pequeño que lo usaba de almohada, pero estos van de colchón. Lo único es que es bien rústico, todavía tiene clavado algunos cardos y abrojos. Pero así lo quiero más, mas campero canejo! Además a oveja regalada no le vamos a mirar la lana…
Los chicos de los chori me esperaron con un tostado de regalo. Yo no se, pero desde que inicié el viaje, la gente se me arrima, me invitan a comer y las jubiladas de los contingente de viajes piden sacarse fotos conmigo como si yo fuese un paisaje.
¿Tan raro estaré?¿Nunca una Chica Baywatch?
Resumiendo: Hoy llegué a lo que era el camping libre del Gutierrez y está cerrado al acampe porque el bosque está en recuperación.
Je!, Je! Veinte metros más adelante pusieron un autocamping.
Bueno, los tiempos cambian y veinte años es mucho tiempo. Igual, por lo bonito que es y el servicio que prestan Veinte mangos no es nada.
El regente y sus hijos me han recibido de maravilla. Estoy en este momento sentado en un lugar, especie de mesón muy bonito y mientras escribo una cerveza helada baja su nivel en la botella.


NOVENO DÍA, DOMINGO10 DE ENERO DE 2010

Hoy me levanté temprano, como casi siempre lo hago y recorrí un poco el lago y la cascada que baja del Frey. Hermoso bosque de coihues centenarios que no entran en ninguna foto.
Salí a rutear por el Llao Llao, pero antes visité el Cerro Catedral. Llegué a Puerto Pañuelo y más adelante se me ocurrió hacer un poco de senderismo en busca de un Lago Escondido y un Puente Romano.
¡Mala idea! No podía dejar la moto con la campera sola, así que transpiré como una yegua pariendo.
¡Ahhhh! Viento en la cara otra vez, pinares, olores, colores…Bahia de Lopez
Subí todo por ruta con La Chancha hasta Punto Panorámico y quedé extasiado con la vista. No me imaginé que estaría tan bueno.
Unos japoneses en bicicleta con un perfecto inglés me pidieron que les tome una fotografía y yo les pedí lo mismo haciendo gestos como un mono.
Un poquito de ripio y Colonia Suiza. Un amontonamiento de gente. Huí.
Pifié el camino he hice mas ripio del debido saliendo antes otra vez a Punto Panorámico y luego curvas y recontracurvas hasta la 237. Antes de llegar a Bariloche quise cortar camino y enfilé de nuevo pa´l Gutierrez. Les había prometido a los rosarinos del chori que pasaría así ellos podían sacarse una foto con la moto.
Cumplí y me fue difícil no hacer que me obsequien con chori y cerveza. Re copados estaban con este personaje en moto.
Seguí para el Gutierrez y se me terminó el asfalto..ripio, pozos, ripio, pozos, pozos , ripio ¡Bendita 40 asfaltada! Doblé a mi derecha y esta vez me trató bien. Creo que la ruta dijo; Éste ya se lo ganó.
No mucho viento y cemento liso. Muchas curvas, subidas y bajadas. Lago Mascardi a mi derecha y una vez llegado a la Villa Mascardi (3 casas) Tomé un camino de piedras sueltas muy angosto, por donde apenas entra un auto, rodeado de flores amarillas.
Ripio lindo, ripio duro, ripio feo, tres toques al cubrecarter y dale que va.
El paisaje cambió mucho en veinte años. Lo que era un viejo puente roto, ahora nuevo. Lo que eran pinitos, ahora enormes y los kilómetros que ayer nomás transité despreocupadamente a pié, ahora los rodaba poniendo suma atención en el camino. Flores rojas y arroyo de agua transparentes sobre lecho de piedra clara. Mas abajo el Lago Guillermo con su Playa Huinca.
Al volver me crucé con un auto y la cara del conductor me era tan familiar que paré a preguntarle si nos conocíamos. Se hizo el boludo, le pregunté si trabajaba en la docencia y me habló de su trabajo en acción social con chicos desaparecidos.
En el momento no me di cuenta, pero luego que transité unos kilómetros recordé haberlo visto en los noticieros. Es muy conocido y ahora no recuerdo el nombre. Se debe haber reido de mi.
Se me había ocurrido ir a Pampa Linda, base del cerro Tronador. Encaré para allí, pero cuando llegué a la entrada del parque los 40 Kmts. De ripio me dieron fiaca. El lugar ya lo conozco y es hermoso. De ahí se puede hacer Ventisquero Negro, Río Manso, Tronador y Paso de Las Nubes. Todo, menos lo último ya lo hice hace tiempo. Así que engrané primera rumbo a El Bolsón; parando a cada roto y volviéndome otras veces, hasta esperando que una nube se digne a correrse para que la foto salga mejor.
El Bolsón no es lo mío, mucha gente… Mejor sigo hasta Lago Puelo  ya en Chubut.
¡ A la mierda! ¡Cómo creció! Hace tiempo atrás yo acampaba gratis sin ningún servicio luego de varios Kmts. de ripio. Ahora todo ruta y gratis,¡MINGA!
Un camping de porquería más caro que el de ayer dónde fui bien atendido y era bonito.
Hoy paro temprano así descanso un poco. Pagué sin luz porque no tengo que enchufar nada y cuando ya estaba mateando viene un flaco a cobrarme unos pesos más porque dice que estoy en la zona de luz.
¿Cuál luz? Le digo.
No, acá  la tenés que traer vos y enchufarla y me señala un roñoso enchufe que nunca ví porque estaba a ras del suelo en el tronco de un arbolito a cinco metros de donde yo estaba.
Resuelto a continuar mis mates pago y a los dos minutos viene a decirme que me tengo que mover con carpa y todo porque le parece que ese lugar estaba ocupado por unos muchachos que andaban en un Torino.
Mi cara debe expresar mucho, porque en cuanto lo miré y le dije que no se inquiete, que si venían a reclamar algo yo daría las explicaciones pertinentes al caso y que no había ninguna numeración de parcela como tienen la mayoría de los lugares, inclusive los gratuitos y que traía yo demasiados kilómetros encima como para que me vengan a inflar las gónadas, el tipo pegó media vuelta y no lo volví a ver más.
Me fui a dar un paseo en moto por los aledaños y al volver un grupo de muchachotes jugaban un partido. Algunos habían llegado en el famoso Torino desde Río Gallegos y las cosas sin querer se fueron dando y lo que comenzó feo, terminó en un asadazo con los muchachos hasta altas horas de la noche.

DÉCIMO DÍA, LUNES 11 DE ENERO DE 2010

Me despertó la lluvia. No cesaba. Cuando paró un poquito enrollé los bártulos y justo cuando me rajaba; apareció Darío Bautista, periodista de la radio “La Red Pampeana” y de “El Diario de La Pampa”. Me dijo que a pesar de estar de vacaciones, no se      quería perder de hacer una nota, ya que anoche había oído una conversación telefónica donde yo le contaba a un amigo mis aventuras.
Así fue que celular de por medio me pusieron en el aire y tuve oportunidad entre otras cosas de agradecer a mi familia por haberme apoyado.
La nota fue muy divertida. El periodista desde Gral. Pico me invitó en el aire a que vaya cuando quiera a comer un asado que ahí saben como hacerlo y también me contó que recientemente se sucedió un casamiento de motociclistas con más de mil motos de invitados en esa ciudad. Me preguntaron de todo y cuando finalizó el enlace, Darío me agradeció mucho y dijo que era un gusto trabajar así.
Me despedí y salí bajo la lluvia nuevamente hasta una estación de servicio donde estoy escribiendo.
Una vez arriba de La Chancha se largó con todo. Busqué refugio en un arbolito y me calcé el impermeable y guardé la campera en una bolsa.
El frío era cada vez más intenso. Ya me salía vapor al respirar. Los dedos entumecidos.
Encontré una estación de servicio abandonada y me guarecí mientras ojeaba mapas.
Miré atrás y había un cruce con una casita y gente, entonces regresé a asegurarme el camino. Al rato paró una parejita que venía en sentido contrario al mío en una Zanella 150 desde Esquel. El flaco estaba mojado hasta los huesos. Los guantes los exprimió delante de mí. Yo no los usaba porque mojados sirven de poco abrigo.
Me dijo que se venia una fuerte tormenta.
Allá voy… Y de pronto, como un boludo, luego de andar y andar me doy cuenta que con la emoción le pifié el camino y me fui al Lago Epuyén.
Retomo la 40 y de repente sale un desvío a Cholila. Ese no, me dije y a la altura de Leleque había otro desvío  a mi derecha.
Una estación de policía con un solo policía que todos los días se hacía 180 Km. de ida y 180 Km. de vuelta de su casa al trabajo en una Zanella Patagonia.
Estaba embobado con La Chancha.
Y ahí confirmé lo que no quería confirmar…
¡Perdóname Chancha! Pero otra vez Ripio.
No jodamos. No existe el ripio bueno. Los hay malos y menos malos. Este era de los menos malos. Me permitió ir a 40 Km./h. Transité bajo la lluvia y el viento helado los 40 Km. Hasta Cholila. Brevísimo asfalto. Es la zona que eligieron de residencia los famosos bandoleros y asaltantes de bancos Bush and Casidy, antes que tengan que huir de la ley nuevamente, mandados a atrapar desde E.E.U.U.
 Informes Turísticos ya tiene con las estufas encendidas. Ripio otra vez, mas malo. 15 Km. hasta Villa Lago Rivadavia. Antes reposté en la única estación de servicio de Cholila y la única en cientos de Kmts. Si le preguntaba algo a alguien me respondían en inglés. Me sentí extranjero en mi país.
Dale que va! 27 Km. más de ripio hasta la entrada al Pque. Nacional Los Alerces.
El paisaje cambió abruptamente. Rosas mosquetas, pinos, montañas, lago… Es lo mas lindo que vi en mi vida bajo la lluvia. El frío es terrible. Si así es en enero no quiero llegar acá en agosto.
En la entrada al parque me informan que las condiciones climáticas son críticas. Se espera una fuerte tormenta para hoy y mañana con vientos de más de 80 Km./h.
No lo dudo. Armo la carpa y ato la moto pa´ que no se vuele. Ja! De acá no me muevo hasta que mejore. Quiero embarcarme para el árbol que llaman El Abuelo y esto debe ser antes de las 11 Hs. Así que veremos que es lo que sucede con el clima.
Descubro que sigo perdiendo cosas. Esta vez una remera y un par de medias que no se si las olvidé en Lago Puelo esperando secarse o las até al equipaje con el mismo fin y andan paseando por la ruta. Volví a la carpa de dar in paseo y justo encuentro a un perro queriéndose llevar mi carne. Juro que si lo lograba, me comía al perro. Acá no hay tiendas donde comprar.
Estoy preocupado. Todos los días me comunico con mi familia. Ayer debido al asado se me hizo tarde y no quise molestarlos y hoy;¡Qué lo parió! Donde estoy no hay señal. Temo que se piensen que me ocurrió algo. Debí haberlo previsto. Intenté cerca del agua y no hay servicio. Ya de noche me trepé a un cerro bajo la lluvia y me apareció por un brevísimo instante un ladrillo de señal. Creo que logré enviar un mensaje, porque cuando llamé me dio ocupado y la señal desapareció. Espero que sepan que estoy bien.



ONCEAVO DÍA, MARTES 12DE ENERO DE 2010

Asomé la cabeza y seguía nublado y lloviznoso. Hizo mucho frío anoche. Si no fuese por la excelente bolsa de dormir me hubiese helado.
Salí con la carpa aún mojada muy temprano. Seguí el ripio, pasé Lago verde y al llegar a pasarela hay un estacionamiento vacío del cual me dijeron ya han robado un par de autos mientras los turistas hacen la excursión lacustre para ver el alerce de mas de 2600 años.
Me mando con la moto cargada por una senda y me doy cuenta que es solo peatonal. Me apeo y bajo a pié. Me encuentro con otro estacionamiento que es de uso exclusivo del personal de las embarcaciones. Cuando vuelvo a mi moto allá arriba, me doy cuenta que en la posición en que la dejé, en bajada y en un sendero angosto me es imposible girarla y forcejeo mucho rato hasta que logro sacarla del sitio en que la metí por descuido.
Busco más adelante y me encuentro con la bajada de vehículos que dice prohibido el paso. No hago caso al cartel y al llegar a ese estacionamiento pido permiso explicando que son muchas horas en que la moto queda vulnerablemente expuesta con todo su equipaje. Luego de insistir, finalmente me dejan y soy testigo de cómo una enorme rama cae por el viento a centímetros del techo de un auto que se apresuran a correr. Yo elijo una zona de árboles pequeños.
Pago la entrada, cruzo la pasarela colgante y camino unos cuarenta minutos por el bosque andino patagónico hasta puerto Chucao.
Luego de una ansiosa espera nos dicen a los presentes que el viento sopla muy fuerte y quizá deban suspender la excursión. Esperamos largo tiempo y finalmente prefectura cierra los puertos para evitar vuelcos de lanchas. Este Lago Menéndez, prácticamente no tiene costa, pues los cerros cortan el agua a pico sus gélidas aguas que tienen un azul intenso, a veces verde según el sol le da.
Regresé apenado, pues debo esperar a mañana en un lugar donde no puedo hablar  a mi familia. En estos momentos los extraño enormemente. Si mañana se suspende otra vez la excursión yo me voy de acá igual. El clima es terrible. Icen que lo habitual sería soleado y caluroso, pero parece que a mi me tocó el frío y la lluvia insólitamente en enero.
Es un embole…Estoy solo y faltan aún 24 hs. Para hacer el último intento. Cuando ruteo no me siento tan solo como cuando estoy frenado como ahora.
Si no fuese porque Jorge, mi amigo, insistió en que lleve un diario de viaje, se me habría mezclado todo en mi cabezota. Parece que me fui hace seis años y pasaron solo once días. Tomar conciencia de esto a través del presente diario , es lo único que me hace aguantar un día más este clima inmundo. Encima mis borceguíes comenzaron a abrirse y están totalmente mojados desde hace tiempo y dejan entrar un chiflete que mama mía!
Busco dónde acampar y encuentro un bonito lugar libre, pero la Guarda Parques insiste en que debo dejar la moto 300 metros arriba y a La Chancha yo no la dejo, así que busco un lugar pago y listo.
Mantenerse ocupado es fácil. Siempre hay una Chancha sucia por limpiar, leña que recoger y ropa que lavar. Eso ayuda mucho cuando se está en un sitio donde solo se oye  soplar el viento y la fuerza del agua correr entre las piedras
¡Ahh! Ahora si. El olor del pino quemándose es inigualable y acompañado por unos mates, reconforta y me cambia el humor. Voy a caminar un poco a ver el Lago Verde.
¡Hay mi Dios! Esta llovizna me tiene los huevos inflamados. No se termina de secar nada.
Preparo un guisito de arroz, pero soy un animal. Hice como para cuatro personas.
Se me está haciendo largo el día. Estoy cagado de frío pensando en lo que me dujo El Ciego de Salta:¡Vikingo! ¡No te vayas al sur! Hace frío ahí; venite pá Salta.
Si supiera…
Pienso en cuantas cosas contarán las fotos que no dicen estas líneas. Cuantas dicen estas líneas que no cuentan las fotos y cuantas no cuentan ninguna de las dos cosas y que de pronto vienen a mi memoria, como los pescadores de trucha con mosca con los que estuve ayer jugando un truco y tantas cosas que se me escapan…

DOCEAVO DÍA, MIÉRCOLES 13 DE ENERO DE 2010


Ayer hacía tanto frío que decidí guardarme siendo todavía de día dentro de la carpa. El único lugar en el que se podía estar era la bolsa de dormir. Eso provocó que me despierte mucho antes de que amanezca. Amaneció nublado y húmedo pero sin tanto viento. Después de los mates voy a ver si se hace la excursión al viejo alerce. Se que empieza a las 11:30 y termina 17:30. Luego tengo 45 minutos mas o menos de caminata hasta la moto. Sería muy tarde para viajar por el ripio y con este clima, pero son tan grandes las ganas de comunicarme con mi familia que ya tengo decidido hacerlo.
Llego temprano a La Pasarela. Camino hasta Puerto Chucao. Soy el primero en llegar. Dejé la moto cargada. Hace frío, pero El Lago Menéndez con sus mas de 280 metros de profundidad, está bastante calmo.
Cuando finalmente llega el personal y los demás turistas, zarpamos.
Todo el mundo cagado de frío bajo cubierta. Yo, como un bicho raro forrado en cuero en el techo de la embarcación saboreando cada instante. El viaje es largo. Hora y media. Aprovecho a tomarme un café(único según la tripulación, hecho con agua del lago).
Bajamos en puerto Sagrario, pero antes vemos glaciares hermosos y la desembocadura del Río Cisne.
Comenzamos a caminar por la selva valdiviana donde caen entre 4000 y 4500 milímetros de precipitaciones anuales. Es un ambiente muy húmedo lo que posibilita de esta flora y fauna.
Los coihues se yerguen mas de 30 metros sobre mi cabeza. Cada tanto algún arrayán enroscado y mucha caña coligüe por todos lados. Maciza por dentro.
Los coihues suelen secarse y ahuecarse por dentro y luego caer. Paso varios por debajo cubiertos de enredaderas, musgos y helechos.
La barba de diablo o de duende es una epífita cuya presencia nos indica la extrema pureza del aire.
Los pájaros, como soy el último del contingente, se acercan sin miedo hasta mi bota.
Cada tanto se oye un chucao.
Aprendo que coihue significa en mapuche; amigo del agua. Este, a igual tamaño, duplica al alerce en peso por el agua que acumula. En cambio el alerce a igual tamaño lo duplica en edad.
Veo algunos ejemplares de coihues de 300 años y alerces de 600.
Cada tanto un llao llao, hongo comestible que afecta el crecimiento de los árboles encapsulándose en una forma típica.
Luego de sacar foto a todo llego a Lago Cisne. Único con fauna autóctona; pejerrey, pehuén, penca. Pues la trucha introducida por el hombre no puede subir las enormes cascadas.
Sobre los márgenes del lago llama la atención de unas flores rojas acampanadas con detalles azul violáceos que llaman chilco.
Solo a partir de 1937 se decidió proteger este lugar como parque nacional. Hasta entonces fue explotado forestalmente por las excelentes condiciones de la madera de alerce; liviana e impermeable, no se pudre con el agua. Hasta el famoso Fitz Roy usó sus fibras y maderas para calafatear su embarcación rota.
A un lado y a otro se ven tocones de alerces talados hace más de 70 años. Solo cuando se dieron cuenta de que no era un recurso renovable, pues crece solo 1 milímetro por año; se dieron cuenta que si lo seguían explotando desaparecería. Luego de ver las hermosas cascadas del Río Cisne, llego al Alerce Abuelo. 2600 años. Se salvó de que lo talen por deforme. En su base está la cicatriz de una herida provocada por los leñadores. Le metieron una gran mecha y al sacar un bocado de muestra, descubrieron que sus fibras eran espiralazas y no servían para sus fines. Por lo menos a este lo probaron en pié antes de talarlo, no como a tantos otros que la prueba la hacían en el piso.
En una zona intangible del parque yace otro alerce de mas de 4000 años, pero a este solo acceden botánicos y científicos con permisos especiales.
Hoy aprendí que alerce y lahuán es el mismo árbol. La voz indígena lahuán significa abuelo en mapuche.
De regreso trepo a la moto y sin siquiera ver paisaje, pues es tarde y el ripio está jodido; parto hacia Esquel.
Como están arreglando el camino, debo desviarme a Trévelin. No puedo conducir por mi mano debido a que una pala mecánica está pasando y dejó el camino a la miseria con todas las piedras sueltas y en el medio una montaña de piedras que me impide cambiar la mano aunque quiera. Con cuidado conduzco en contramano, pero las curvas son un signo de interrogación a si viene alguien de frente o no.
Se que hay un problema con el abastecimiento de combustible. Oí decirlo por la mañana.
Llego a Trévelin y no hay nafta. Sigo a Esquel y dos kilómetros de cola de vehículos me espera. Aprovecho el tiempo de espera para hablar con mi familia. Ya estoy mas tranquilo.
Acampo, como y escribo con una linterna de mierda que se desarma cada dos renglones.
¡Ah! Me olvidaba. El frío se ve que no era sensación mía. En el centro de informes de Esquel tenían las estufas encendidas.



TRECEAVO DÍA , JUEVES 14 DE ENERO DE 2010


¡Qué lo parió! Ahora que dejé Los Alerces brilla un sol espectacular.
Salí temprano para la estación de Esquel y poder ver La Trochita. Saqué muy lindas fotos y me demoré bastante en salir porque debía cambiarle el aceite a La Chancha. Para ella, lo mejor. Se lo merece.
Primero conseguir el aceite. Luego paré en un lubricentro y conocí a Adrián, un entusiasta de los fierros que por gusto aprendió algo que a mi me apasiona. Aprendió de un viejito indio de más de 90 años el arte de trenzar sogas. (le llaman sogas a los trenzados que hacen con tientos y lonjas de cuero).
Él me prestó un recipiente para escurrir el aceite usado. Menos mal que me llevé el krike en el equipaje, de otro modo el recorrido de la llave fija para sacar el tapón era muy corto y la llave chocaba incómodamente contra el piso.
Luego salí a ver el precio de un par de botas de montar, pero cuando lo supe; salí raudo y veloz. Mis borceguíes siguen abiertos, pero ahora no hace frío así que mejor que ventile los hongos con pitufo y todo…
Busqué la ruta 40 nuevamente. Me estaba sacando una foto en un cartel cuando… CHUF- CHUF- CHUF- HUU- HUU!! Pasa La Trochita ahí nomás. Sin esperar un segundo traté de capturar el momento y como siempre en estos casos se me agotan las pilas.
Recambio rápido, subo a La Chancha y acelero hasta alcanzar el tren nuevamente. Una camioneta de apoyo que decía en sus laterales “La Trochita” se detiene a mi lado y los ocupantes me dicen luego de alabar a La Chancha, que no corra más y que me baya al pueblo mapuche Nahuel Pan. Que ahí para La Trochita.
Sin demora me voy al pueblo mapuche donde lógicamente llego antes que la locomotora y me doy el gusto de sacar varias fotos con La Chancha en primer plano y el Expreso  Patagónico llegando, las dos máquina juntas y hasta yo mismo con casco y todo en la cabina del maquinista.
Cuando llega todo es confusión. Gente que baja, gente que estaba esperándola y para mi sorpresa la atención de todos recae sobre La Chancha. Todo el mundo sacándose fotos con La Chancha y me dejaron a La Trochita sola. Si hubiese cobrado un mango por cada foto, salvaba la nafta del viaje.
Para mi llegar a Nahuel Pan fue un regalo no planeado. Le compré unas torta fritas a un mapuche y una punta de flecha tallada en piedra hecha por una vieja india y engarzada en plata por un piola que las vende y se las compra a la india por monedas. La historia de siempre y que yo mismo alimenté.
Tomo la 40 por última vez y acelero…120 Km./h. asfalto liso y……¡Noooooo! ¡Basta de ripio por favor! Las máquinas viales trabajando provocan un largo desvío.
Asfalto otra vez y 120 hasta Tecka. Repostar. Calor.  ¿Querías calor? ¡Ahí tenés calor! Se te fríen los sesos dentro del negro casco.
Chau 40, Chau cordillera, te veo por mis retrovisores. Tomo la 25 y contrariamente a lo que supuse no es una ruta recta y aburrida. La ruta continúa con curvas, lomas, lagunitas salitrosas cada muchos kilómetros con patos y garzas. Una mulita se cruza. Unas ovejas se cruzan. Unos charitos se cruzan. Esto parece un zoológico en vez de ruta.
Llego a Paso de Indios y no hay nafta. Sigo hasta El Valle de los Altares y mucho antes ya cambia el paisaje de estepa patagónica a un valle lleno de formaciones rocosas que recuerdan a las películas del Far West.
Cargo en Los Altares, 230 Kmts. y vuelvo a parar en Las Plumas.
Reposto y tomo una cerveza cuando llega un viejo paisano en F100 que halaga mi moto y pregunta de dónde vengo.
Cuando explico, la respuesta de él me transporta en el tiempo; “MUCHAS LEGUAS HA ANDADO USTED”.
En cada parada que hago; chico, chica, joven, viejo, abuela, se quiere sacar fotos con La Chancha ¡Pero por qué conmigo?¿Qué soy?¿Un mono de feria?
Para llegar a Las Plumas tuve que cruzar el Río Chubut que había estado acompañándome a mi izquierda de a ratos.
En cada parada me alcanza un camión cargado de obejas, se baja un peón y las acomoda ya que muchas se echan y las otras las aplastan.
Estoy cansado y decido acampar cuando veo el acceso al Dique Florentino Ameghino. Una obra impresionante.
Hoy hace calor, así que duermo al raso mirando las estrellas.



CATORCEAVO DÍA, VIERNES 15 DE ENERO DE 2010


Sin duda por la mañana y por la tarde es cuando más animales  veo en el campo.
Se me han cruzado innumerables bichos; liebres, no pude ver bien si algo que corría era ciervo o guanaco. Más probable que sean guanacos porque más tarde vi de ellos a montones.
Hay unas aves que caminan por la ruta y no se que son. Tienen un copete y son grises.
Entro al pueblo de Gahiman. Pueblo galés, famoso por sus tortas. Lleno de huertas de papas y demás hortalizas. Reposto ahí y sigo para Trelew. Medio que me maree en el tránsito luego de andar tan solo en la ruta.
Llego a Puerto Madryn y es bellísimo. El mar azul celeste limpio.
Anduve un rato por sus playas que a esa hora no estaban tan concurridas y luego de pasear un buen rato me fui a Península Valdez. De la ruta 3 he tenido que hacer 100 Kmts. más o menos hasta Puerto Pirámide.
Mucho antes cuando me adentro en la península hay una casilla de cobro y 20 Kmts. antes de llegar a Puerto hay información turística,  un mirador que apunta a La Isla de los Pájaros, una especie de museo con un gran esqueleto de ballena.
No es la hora apropiada, pero luego de repostar en Pirámide, inicio bajo un sol de punta incandescente  el último gran ripio de este viaje. Una vuelta de 200 Kmts. por rutas muy anchas, pero un traicionero ripio que te deja llevar más rápido que ningún otro que haya transitado. 60 Km/h. hasta repentinamente te pegás el gran caguaso porque se engorda la piedra y la moto se bandea para todos lados y mientras el corazón late fuerte por el susto, tenés que poner primera otra vez.
Solo pude avistar guanacos en esa estepa desértica, pingüinos en Caleta Valdez y elefantes marinos en Punta Cantor.
La ida fue tediosa y la vuelta peor aún. Nunca en todo el ripio que transité me sentí tan desconsiderado por las camionetas y automóviles que a pesar que en más de una ocasión; frené la moto y les hacía señas con la palma hacia abajo para que disminuyan la velocidad, me pasaban a más de 80 Km./h, muy cerca, lanzándome piedras a mi y a la moto. Podía escuchar como golpeaban contra todo lo metálico. No volveré a meter a mi Chancha por esos pagos solo por ver pingüinos. Tiempo después, ya de regreso descubriría un bollo en la funda del barral izquierdo producto de esos conductores dementes. La saqué barata. Si lo mismo que abolló el acero pegaba en mis dedos o rostro, sería una herida grave.
A la vuelta un remojón en la playa de Pirámide, pero una vez repuesto se me ocurre achicar distancia y en lugar de acampar, desando creo unos 120 Kmts. hasta la ruta, cruzo la frontera de Chubut a Río Negro, que es a la altura del Arroyo Verde, paso Playas Doradas de Cierra Grande, donde temí por el combustible pero luego de una loma veo la ciudad y respiro.
 Sigo para Las Grutas. Imaginé una playa agreste y resultó ser un kilombo de gente por todos lados. Estaba colapsado el lugar de turistas. Lleno hasta más no poder.
Como algo cerveza en mano y escucho como un viejo toca un acordeón. Me recuerda a mi abuelo a quién yo escuchaba de chico.
No hay sitio en ningún hospedaje ni camping. Sigo para San Antonio Oeste y es igual.
El cansancio me venció y termino en un bosquecito, durmiendo con solo las estrellas por techo, sobre mis cueros de oveja.

QUINCEAVODÍA, SÁBADO 16 DE ENERO DE 2010

Ni bien se escuchan los pájaros me subo a la moto con la intención firme de hacer los mas de mil kilómetros  que me separan de Buenos Aires de un tirón.
Luego de más de 50 Kmts. noto que los mojones de la ruta en lugar de indicar mil y pico, decían ciento y pico.
Le pifié a la ruta por atolondrado ya anoche, y debo desandar lo hecho, que a esta altura del viaje me parece una eternidad.
Por vez primera en todo este hermoso viaje La Chancha tuvo que desplegar su fuerza a 140 Km./h.
Regreso caliente  a una Shell dónde cargué anoche y más bronca me dio cuando el empleado me dijo que si hubiese seguido con mi ruta equivocada hasta Conesa y tomado el desvío a Bahía Blanca, hubiese sido más corto que por la 3.
Total, 100 Kmts. al divino pedo sin contar los 60 que me hubiese ahorrado y el sol ya está calentando.
Llego a Viedma y luego de cruzar el puente del Río Negro, estoy en Carmen de Patagones.
Nada por mirar, nada por que detenerse. Subo la pata de la Pcia. De Buenos Aires hasta Bahía Blanca que debería llamarse Bahía Rotonda. Tiene más rotondas que fábricas. Me atolondré dando vueltas para salir a la 3.
Muchos al leer dirán ¿Por qué tan apurado? ¿Por qué no parar en Monte Hermoso o Claromecó? , Bueno, en realidad este Vikingo duro, lo único que tiene de duro es el cuero del culo; porque escuchar la voz de mis hijos diciendo por teléfono “Papi te extraño” hace que saque “Juerza” ¡Qué lo parió! No se de dónde y siga dándole a la máquina.
De ahora en adelante mi nombre debería ser ripio y el apellido Culo de Hierro.
Nunca se que hora es, porque el único reloj es el odómetro de mi moto.
Si me preguntan cuando fue tal o cual cosa, solo puedo responder; tantos kilómetros atrás, mas no en una escala de tiempo. Mi mente se kilometrizó.
Cruzo el puente Namuncurá sobre el Río Colorado. Las dunas son arrastradas hacia mi desde el oeste, picándome el viento en cualquier trozo de piel expuesta.
Sin darme cuenta se me escurren los kilómetros bajo las ruedas de La Chancha.
Me dejo llevar. Es como si hubiese estado atada por las curvas, las subidas, las bajadas, el ripio y ahora se conduce sola. Inclemente el viento del oeste me azota.
He saboreado el viento de muchas rutas y transitado varias provincias.
Sin darme cuenta siquiera… Azul, Las Flores, Monte, Cañuelas, CASA.
Pero este no es el final para La Chancha y para mi. Descansaré un día y mañana partiré hacia Colón Entre Ríos, para encontrarme con mi esposa e hijos.
Quince días pueden ser poco para un hombre. Mas para mi significó una vida

KILÓMETROS TOTALES: 6727

LITROS DE COMBUSTIBLE: 384,874

MANTENIMIENTO DE LA CHANCHA: SOLO UN CAMBIO DE ACEITE 3 L.
DAÑOS OCURRIDOS A LA CHANCHA: LUZ TRASERA RAJADA POR EQUIPAJE MAL ESTIVADO – BOLLO EN LA FUNDA PROTECTORA DEL BARRAL IZQUIERDO A CONSECUENCIA DEL RIPIO LANZADO POR OTRO VEHÍCULO AL SOBREPASARME

DEDICATORIA

Estos relatos quiero dedicárselos a mi hijo Damián, a quién sin querer contagié el gusto por la aventura.
A mi hija Wanda que aún cuando sus ojos todavía no vieron mucho, sabrá en un futuro que alguna vez su padre realizó su sueño.

AGRADECIMIENTOS

En primerísimo lugar a mi esposa Nora quien me brindó la libertad de vivir mis sueños sin condiciones. Por eso y mucho más viviré eternamente agradecido.
A mis amigos que creyeron en mi y estuvieron pendientes de mi derrotero.
Jorge ,compañero de rutas, gracias por ser mi amigo y apoyarme en mi proyecto.
Pedro, gracias por llamar y ver como estaba.
A todo el grupo del taller de Los Juanchi, que siempre me ayudaron.
Al STAR CLUB ARGENTINA que se brindó solidariamente y las palabras de quienes lo integran, acompañando mis ruteadas.
A mis abuelos que con el sacrificio de toda una vida y por amor a mi, de alguna manera muy importante ayudaron a cumplir un sueño.
Gracias definitivamente y por siempre gracias.

ÚLTIMO AGRADECIMIENTO

Pero no menos importante: A La Chancha; vehículo noble que soportó estoicamente las fatigas a la que la sometí, sin darme un solo dolor de cabeza.
Quizá esté loco, pero desarrollé un cariño más que especial hacia esta  máquina que se dejó cabalgar por miles de kilómetros sin decir que no a ningún camino, a ningún vado, a ninguna cornisa, a ninguna altura, a ningún frío, a ningún calor, a ningún granizo, a ninguna lluvia, a ningún viento…

                        
                   El VIKINGO
                        17 de enero de 2010

VIKINGO


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